La reliquia, que tiene el tamaño de un pulgar, fue presentada ante los fieles en la capilla de Nuestra Señora de Jerusalén para una jornada de celebración y oración.
Este viernes medio centenar de feligreses asistieron a una misa especial en la que se expuso la reliquia. El trozo diminuto de madera estaba encerrado en una cruz de plata junto al altar. Después de la misa, los feligreses formaron fila para venerar la reliquia: algunos se arrodillaron y otros besaron la caja de vidrio.
El sábado se trasladará a su ubicación definitiva en la iglesia franciscana de Santa Catalina, cerca de la Iglesia de la Natividad, en Belén, un lugar sagrado en Cisjordania donde, según la tradición cristiana, nació Jesús. Su llegada coincidirá con el inicio del Adviento, el periodo de cuatro semanas previo a la Navidad.
El Vaticano explicó que el papa Francisco devolvió la reliquia al custodio de los lugares religiosos católicos de Tierra Santa como un regalo.
De acuerdo con la tradición cristiana, José y María fueron a Belén para registrarse en el censo romano. Al no conseguir posada, se refugiaron en un pesebre de animales donde ella dio a luz. La idea de que el hijo de Dios nació en un ambiente humilde es un concepto central de la teología cristiana.
San Sofronio, patriarca de Jerusalén, envió una estructura de madera -que los cristianos creen era parte del pesebre- al papa Teodoro I alrededor de 640, cuando los musulmanes conquistaron Tierra Santa.
Yisca Harani, una historiadora israelí experta en el cristianismo, dijo que durante la Edad Media se enviaron muchas reliquias de Tierra Santa a Roma y otras ciudades que se convertían en centro de la vida y la peregrinación cristiana. Una reliquia del pesebre habría sido de gran utilidad para refutar las herejías de que Jesús era un ser espiritual más que físico.
Dijo que el regreso de una pieza tan importante «es sin duda una declaración de que el Vaticano y Tierra Santa están juntos».
Pocas reliquias han sido objeto de pruebas científicas. Una de las más famosas, el Sudario de Turín, la tela en que se supone se envolvió a Jesús después de la crucifixión, fue analizada por científicos forenses, quienes determinaron que en realidad era del siglo XIII o XIV.
Los cristianos citan la historia oral y la tradición como prueba de autenticidad de las reliquias como el trozo de madera del pesebre. Dicen que las primeras comunidades cristianas conservaban y veneraban los objetos vinculados con Jesús y los entregaban de generación en generación.
«Cuando existe una tradición muy antigua y continua podemos decir que la reliquia es verídica», dijo el hermano Francesco Patton, custodio de la orden franciscana en Tierra Santa.
«Desde luego, no tenemos un cuadro del pesebre donde nació Jesús», dijo.
Agregó que se entregó el pesebre de madera al papa Teodoro I porque él mismo era oriundo de Tierra Santa y para fortalecer los lazos con la iglesia. Puesto que la estructura entera es demasiado frágil, el papa Francisco decidió devolver un pequeño trozo.
La historiadora Harani dijo que para los cristianos la autenticidad de los objetos es menos importante que el mensaje que transmiten, de que Jesús era un Dios vivo que nació y existió en un cierto tiempo y lugar.
«Cuando hay una reliquia física, uno muestra que Jesús se hizo carne», dijo.