-¿Cuál es su visión de la actualidad nacional?
¡Un susto! Eso es lo que se ve. Lo que se vive. Vivimos un cambio que enseña debilidades. Y pocos, o ningún cambio.
La mayor parte de lo hecho es «des-cons-truir». Eso ha hecho con lo bueno y con lo malo que había: instituciones, economía frenada. Vemos desconstrucción de los instrumentos de seguridad con muy graves resultados: se ve más violencia; aumento del crimen.
Así -dijo mientras se deslizaba muy a su gusto en el asiento- este es un gobierno cuyas bondades no se ven. Y ¡cuidado! Ya se nos fue un año.
-¿Juzga embrión de la parálisis económica la cancelación de la construcción del aeropuerto de Texcoco?
Ese fue un acto autoritario e irreflexivo. Mal explicado, es origen de profunda desconfianza. No sabemos por qué se impuso. ¿Acaso fue bandera del presidente López Obrador? ¿Modo de decir quién manda aquí? Resultó gesto autoritario.
Y puede haber sido -advirtió muy desalentado el historiador Aguilar Camín-la peor decisión del sexenio. Pues sin ella, no hubiera perdido la confianza del mercado…Y probablemente todo estaría mejor. Poseería mejor reserva para sus programas sociales.
Veo que tiene una muy buena orientación en Política Social: atiende a un crecimiento equilibrado, más compartido.
Tiene una gran fuerza política Andrés Manuel López Obrador. ¡Pero no la usa, no se ve, en lo que se necesita! La desperdicia. Malgasta su credibilidad.
Yo creo que debe hacer una corrección muy seria en economía. Redefinir con gran rigor. Ocuparse de la seguridad. En el diseño y en la realización de la estrategia de seguridad.
Debe cavilar, replantearse ¿para qué el poder? ¿Acaso sólo para tener más Poder? Pues para hacer -en verdad- un país democrático, próspero y equitativo, no está claro que va hacia allá.
En virtud de que 2019 revela un cero en economía. No crece. Este año resultará más violento que el anterior. La relación nuestra con Estados Unidos es más conflictiva. Y no se tienen los programas sociales que comprometió hace tiempo.
Hay huecos. No se ven los programas. Daré ejemplos. No llegan bien becas y pensiones. Los destinados a jóvenes no se cumplen. Los suspendieron. Llegan tardíamente. No marchan bien. Progresa no va.
Y se ha hecho mucho daño a personas -prosiguió su recuento el fundador-director de la revista Nexos-Recortes en la burocracia. Empresas detenidas en su desarrollo. Hay falta de confianza de los inversionistas. Llegamos a fines de octubre y la inversión sigue estancada. Efecto dañino, perdurable. Letargo que dura meses. Pues la economía no retoma su marcha de la noche a la mañana.
No tenemos noticia de que existan proyectos de inversión en infraestructura financiados por la iniciativa privada. Y las infraestructuras que financiará el gobierno, esto es la refinería de Dos Bocas, el Tren Maya, el aeropuerto en Santa Lucía. Sembrando Vida, despiertan dudas. ¡Hasta de que existan verdaderos proyectos! Todo esto preocupa. Y así o asá ya se nos fue un año.
Viéndolo bien -observó el autor de Morir en el golfo y una veintena de libros más-, López Obrador empezó a gobernar en el mes de julio del 2018. Entonces Enrique Peña Nieto hizo un indescriptible mutis. Mutis espectacular. Peña Nieto se autoborró. Se olvidó de lo importante.
Argumenta, explica, descifra, sugiere a gran velocidad. Sugiere soluciones. Contempla posibles escenarios. Parece poseer un cofre atestado de fórmulas útiles. Héctor Aguilar Camín penetra el tiempo futuro. Para alertar. Para evitar peligros.
Sí. Se fue ya un año. Bueno, pues así se van los gobiernos. El tiempo. Veo que el presidente López Obrador tiene mucha credibilidad. Y por ello se siente impelido a lo que hace. Cree en su acción. La gente, el pueblo lo recibe bien. A él. Pero no a su gobierno. Le creen, lo aprueban. Repito: a él. Pero a su gobierno, no.
Su combate a la corrupción no alcanza una calificación alta. Su desempeño en economía la recibe muy baja. Y la seguridad es tenida por muy baja. Así las cosas, López Obrador debe tomar nota de cómo valoran su gobierno. Comprobará que la valoración de su persona es alta. La de su gobierno, baja.
Saludó la llegada de su hijo Mateo. Sonrió a Greta, su nuera. Y le alegró la presencia de sus nietos. Lucio y Héctor. Niños de alborotada cabellera cuyas conductas observa puntual, regocijadamente. «Andan en los tres años y medio. Son magníficos. Increíbles”.
-¿Qué opina usted de la 4T?
Es un eslogan. Lo usan. Usarlo es conceder una transformación que no es. Que no sabemos. Una transformación es cosa de mucho tiempo. Se entrega al tiempo. A ver. Yo llevo muchos años dedicado al estudio de la Revolución Mexicana. Trabajo para bien. Me pregunto: ¿Cuál fue su transformación? Nuestra revolución causó muertes, destrucción. Incendió al país. Luego lo pacificó. Un siglo después, todavía no sabemos a ciencia cierta en que radica la transformación de ese movimiento.
Con buen humor relató:
Entrevistaron a Chou-en-Lai sobre la Revolución Cultural China. «Aún no conocemos los efectos de la Revolución Francesa. Y eso ocurrió en 1789», respondió el compañero de Mao.
Sí -murmuró- la 4T. Una fiesta. Un gobierno de escasos, nulos resultados con un presidente de alta credibilidad.
-¿Cómo ve al equipo del presidente López Obrador?
¡No se ven! -fue la contundente respuesta. El presidente no los deja. Todo el espacio público lo ocupa el presidente. Hoy tiene atención y credibilidad. Ya le llegará el tiempo de recoger varas. Es un error político aparecer -hablar- 2 horas diarias. Hasta Aristóteles se equivocaría muchas veces.
Y esta una opinión pública rápida, quisquillosa, neurótica que inventa e irrita. Castiga con necedades. Hay una molestia real. Con razonamiento pobre. No deja hueso sano.
López Obrador reparte mal. Eso explica la nula aceptación que tiene el gobierno. Veamos lo que hay -convidó Aguilar Camín-. E imaginemos que en diciembre próximo nos regala un Nuevo Gabinete. Cambio total. Como si fuera a empezar el sexenio.
Es que no se puede. 25-27 cabezas de sector. Dando la cara. No sólo el presidente gobierna. El peor líder es el que se ocupa de todo…
-¿Lo conoce?
Sí. A mí me cae muy bien. Lo conocí años atrás en Tabasco. Un movimiento indigenista de los chontales. López Obrador posee gran encanto personal. Es un buen tipo. Un buen hombre de buenas intenciones. La realidad lo vuelve autoritario e intolerante. En el fondo, López Obrador es hombre político muy distinto. Ya se sabe. Los hay de escalafón. Los que nunca salen de la oficina. Él es de intemperie. De estar en medio de la gente.
Le precede -la anuncia- su cariñosa sonrisa: Ángeles. Tangencialmente se pone al tanto. ¿De qué hablan? ¿Cómo están? ¿Necesita algo Héctor? ¿A qué hora se sentarán a la mesa? ¿Dónde están, a qué quieren jugar los gemelos Héctor y Lucio?
Y Aguilar Camín, cuya novela Adiós a los padres, se publica en lengua inglesa admite:
Participó en la Cumbre de Negocios que organiza el licenciado Miguel Alemán Velasco. ¿Qué le dejó?
Vi una cosa a la que creo que el gobierno debe prestar mucha atención. La cumbre de Cancún se ocupó de la tecnología digital. De la disrupción tecnológica. De nuevos instrumentos tecnológicos que ya rebasan, muy fácilmente los instrumentos de la productividad moderna.
Vi ahí una de las grandes omisiones del gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Un aspecto al que no atiende su administración. Omisión que hace un vacío enorme. Descuida un eje -igual de enorme- de riqueza y productividad.
Si los niños no tienen ese saber -conocimiento que significa estar a tono con el momento-, no van a poder, no van a competir, no podrán con esa civilización.
Esa cumbre convocó a lo mejor del mundo. Expertos de empresa. De China. De Europa. De Estados Unidos. Produjo un gran mensaje. Que López Obrador debe atender. La estrategia de la cumbre tecnológica. López Obrador debe tener ¡ya! una política ambiciosa ante lo tecnológico. En la educación de esta alta tecnología.
Describió el Premio Nacional de Periodismo en el género de Crónica:
Hoy se crea tecnología lista para borrar empleos. ¿Ejemplo? Ya se borra el de chofer. Sí, ya van a desaparecer los trabajos de los choferes. Y siguen los cirujanos. Pues las máquinas que operan lo hacen con gran precisión. ¡Y no se equivocan!
Suena a ciencia ficción, ¿verdad? Pues seas máquinas-cirujanas ya están aquí. En varias ciudades, en varios hospitales.
Así que -sonó a ultimátum la voz del reportero Aguilar Camín-o nos incorporamos, nos subimos a ese saber tecnológico muy avanzado, o quién sabe qué empleo tendrán nuestros hijos y nuestros nietos.
Existen ya, sí, aquí escuelas de ricos. De adinerados educados. Que hace desigualdad mayor. Ojalá y el programa educativo de López Obrador atienda al avance tecnológico. Es básico.
-¿Y qué decir del problema de la seguridad?
No lo sé -fue su lacónica respuesta.
Se perdió la brújula analítica. Bien a bien, no sabemos. Y el gobierno tampoco. Recientes acontecimientos -lo que pasó en Culiacán- mudó la estrategia de este gobierno. Fueron por el hijo del Chapo. Surgió la violencia, apareció la incertidumbre. ¡Y no hay explicación! Me parece que en esto debe tener responsabilidad y humildad para pensar y saber qué pasa en el país. Conocer cuáles son los objetivos prioritarios. Pues no hay dinero para todo.
Lo que yo esperaría es humildad. Reconocimiento de lo hecho. Que se pensara lo que hará en el futuro. Y si caso es lo mismo.
Todo lo que hacen es fracasar -condenó Héctor Aguilar Camín.
Juegan con tiempo y promesas. Que los resultados se apreciarían en 6 meses. Y no. Que en 3 años. Que…Eso no es una manera seria de tratar el problema.
El ciudadano común se horroriza ante tanto homicidio. Con toda razón. Se siente el luto familiar. Son muchas las muertes. Pero me pregunto: ¿Acaso no es más opresiva la captura de territorios, la extorsión, el pago de derecho de piso, el homicidio?
Leemos: Mataron 14. Nos enteramos: Siguen los asaltos en el transporte público de la Ciudad de México. ¡Uf!
Abruma al comunicador la magnitud del problema.
¿Imaginó llegar a ser tan escuchado?
No tengo la impresión de ser muy escuchado –replicó.
Está usted en muchos medios.
«Hago mucho mi chamba, eso sí –concedió.
Si quieres ser escuchado ¡habla! -recomendó.
Creo que es muy importante la conversación pública, plural, crítica, honesta.
Que cada quien diga. Nadie es dueño de la Verdad. Pero a lo mejor, entre todos sí tenemos idea de lo que hay que hacer.
La calle me dice acerca de «La Hora de Opinar». Tiene efecto. Tiene impacto. Pero al mismo tiempo uno debe ver que la opinión pública hoy es muy distinta: Tiene muchos actores. No únicamente en los medios. Están las redes sociales. Se quiere saber y concluir. Aunque no se tengan fuentes.
La realidad como un desafío. Para tratar de entender la no-realidad. De muchos actores -siguió su disertación.
¿Cómo va su creación literaria?
Hoy -dijo muy orgulloso Héctor Aguilar Camín- escribo literatura. ¡Como nunca! A principios del año 2020 aparecerá mi nuevo libro. Y poco después una reedición -corregida y aumentada- de Historias Conversadas.
En algo como demasiadas cosas -embromó- escribo a diario. Avanzo con cierta rapidez. A estas alturas escribo sin pretensión ni soberbia. Escribo muy rápidamente…Tomo en cuenta al tiempo. Creo que ya saldé las deudas de mi vida literaria. Hoy trato de divertirme. Escribo. Y trato de divertir al lector. Así escribo.
Era hora de comer.
Concluyó la entrevista.