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Como perros y gatos

Publicado por
José Cárdenas

¿Cuales ha sido las consecuencias del “culiacanazo”, más allá de los innumerables detalles mal explicados?

Se acabó la luna de miel de los mexicanos –no de todos–, con el gobierno de Andrés Manuel López Obrador. 

La calentura amorosa ha menguado.

La imagen casi paternal, mesiánica, de una oferta populista ha sido sustituida por otra: la de un hombre empecinado, sin capacidad de escuchar y mucho menos atender o entender otros puntos de vista. 

El presidente está empeñado en una cuarta transformación que para muchos suena más como una transformación de cuarta. Su discurso cotidiano suena como una amenaza y no como una promesa redentora. Se exhibe como un hombre de reacciones violentas, rodeado de funcionarios mentirosos e ineficientes.

La constante descoordinación, la parálisis de la economía, el desabasto de medicinas, el reparto de insultos a diestra y siniestra; la pendencia contra los sectores de la ciencia y la cultura, la crítica que divide y polariza, son defectos que antes nadie veía.

Pero hoy esas condiciones brotan y enturbian el ánimo y documentan el pesimismo. Y tanto como para que el presidente pronuncie dos palabras antes ponzoñosas: reelección y golpe de Estado.

Si en el gobierno anterior se hablaba del mal humor social, en este podríamos advertir el olor del mal humor gubernamental. 

Y no hay matrimonio feliz en una pareja malhumorada.

 

EL MONJE HISTORIADOR: Los periodistas exigen respeto al presidente por compararlos con perros sin bozal. El presidente ya se disculpó, pero con los perros, a quienes –dice– les tiene mucho respeto. Se equivoca don Andrés. Francisco I. Madero cayó por su propio peso y la prensa nada tuvo que ver; fue crítica, sí pero no conspiradora ni encubridora del golpe fraguado en la embajada de Estados Unidos con militares o otros mexicanos traidores.

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José Cárdenas