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Unicef advierte de que uno de cada tres niños en el mundo está desnutrido u obeso

Publicado por
Aletia Molina

Uno de cada tres niños menores de 5 años en el mundo no está recibiendo la alimentación adecuada para su buen desarrollo como adultos, ha alertado el Fondo de la ONU para la Infancia (UNICEF), que advierte de la creciente «triple carga de malnutrición» a nivel mundial, con cada vez más niños desnutridos pero también obsesos.

«Para cada niño y adolescente en cualquier parte, la comida es vida, un derecho fundamental y la base de una nutrición saludable y un desarrollo físico y mental sano», sostiene la directora ejecutiva de UNICEF, Henrietta H. Fore, en el prólogo del último ‘Estado Mundial de la Infancia 2019’ que en esta ocasión lleva por título «Infancia, alimentación y nutrición: creciendo bien en un mundo cambiante».

Según Fore, «demasiados de nuestros niños y jóvenes no están recibiendo las dietas que necesitan, lo cual está lastrando su capacidad para crecer, desarrollarse y aprender con su pleno potencial».

En la actualidad, uno de cada tres niños en el mundo presenta malnutrición en una de sus tres formas: desnutrición, deficiencia de vitaminas y minerales, y sobrepeso. Unos 149 millones se enfrentan a desnutrición crónica —baja estatura para su edad— y casi 50 millones padecen desnutrición aguda, mientras que hay 340 millones que se enfrentan a la llamada ‘hambre oculta’ y el número de menores obsesos sigue en constante crecimiento.

En lo que se refiere a la desnutrición crónica, según sostiene UNICEF, es tanto un síntoma de las privaciones pasadas como una predicción de la futura pobreza, mientras que la desnutrición aguda puede llegar a ser letal, en particular en su forma más severa, siendo el problema más extendido en Asia.

A nivel mundial, uno de cada dos niños menores de 5 años presenta lo que se conoce como «hambre oculta», debido a deficiencias en la ingesta de vitaminas y otros nutrientes esenciales, como el hierro. Este último factor reduce su capacidad de aprender.

La obesidad entre los niños y adolescentes ha aumentado de forma acusada entre 2000 y 2016, pasando de representar a uno de cada diez a ser en la actualidad uno de cada cinco los que presentan este problema. Los niños obesos pueden terminar desarrollando a edad temprana diabetes de tipo 2, además de sufrir estigmatización y depresión. UNICEF también advierte de que puede desembocar en adultos obesos, con las consecuencias económicas y sanitarias que ello conlleva.

Uno de los principales motivos para esta «triple carga de la malnutrición» es que dos de cada tres niños en el mundo no ingieren la dieta mínima recomendada que garantice su crecimiento y desarrollo saludables.

Así, solo dos de cada cinco niños menores de 6 meses reciben lactancia materna exclusiva, como recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS), pese a que con ello se podría salvar a 820.000 niños en el mundo cada año. Como resultado de este hecho, la venta de leches de fórmula ha aumentado un 41 por ciento a nivel mundial y un 72 por ciento en países de renta media como Brasil, China o Turquía entre 2008 y 2013.

Según el informe de UNICEF, el 44 por ciento de los niños de entre 6 y 23 meses no ingieren frutas o vegetales y el 59 por ciento no toman huevos, productos lácteos, pescado o carne. En el caso de los hogares más pobres y en las zonas rurales, solo uno de cada cinco niños de esta edad recibe la dieta mínima recomendada.

En el caso de las ciudades, muchos niños pobres viven en lo que se conoce como ‘desiertos alimentarios’, donde no es fácil acceder a opciones saludables de alimentación, o en ‘pantanos alimentarios’ en los que tienen ante sí una abundancia de alimentos altamente calóricos, con pocos nutrientes y comidas procesadas.

Según la agencia de la ONU, el 42 por ciento de los adolescentes consumen bebidas carbonatadas al menos una vez al día y el 46 por ciento ingieren al menos una vez por semana comida rápida. En el caso de las familias más pobres, se ven abocadas a elegir alimentos de peor calidad pero que cuestan menos.

Los efectos del cambio climático, la pérdida de biodiversidad y los daños al agua, el aire y el suelo están empeorando las perspectivas nutricionales de millones de niños y adolescentes, especialmente los más pobres, precisa UNICEF, que sostiene que «las dietas pobres son actualmente el principal factor de riesgo» para las enfermedades a nivel mundial.

Así las cosas, apuesta por poner la nutrición de los niños en el corazón de los sistemas nacionales alimentarios y por incentivos fiscales para recompensar a quienes ofertan comida saludable y asequible, especialmente en las comunidades de pocos ingresos. Como contrapartida a la llamada comida basura, propone por ejemplo introducir impuestos a las bebidas azucaradas para reducir su consumo entre los menores.

También apuesta por entornos alimentarios en los que se promueva y se apoyen las dietas saludables, por estrategias de comunicación que animen a comer de forma saludable y por una mayor regulación del marketing alimentario, incluidas etiquetas más completas de los productos alimentarios para que se puedan tomar decisiones informadas.

Así las cosas, Fore defiende la necesidad de «trabajar por una mejor nutrición para todos los niños, especialmente en los cruciales primeros 1.000 días de vida y durante la adolescencia, las dos ventanas de oportunidad sin parangón». (https://www.abc.es)

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Aletia Molina