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Terrorismo y Religión (parte dos): Francisco Fonseca

Publicado por
José Cárdenas

Francisco Fonseca N.

 

 

¿Por dónde empezar? A pocas horas de la tragedia de la Manchester Arena en mayo de 2017, todavía no se disipan el humo de los abatimientos, el recuento de los daños ni la imparcialidad del suceso. En esta ocasión fue un ataque contra la juventud que acababa de disfrutar de un concierto musical. 22 muertos y más de 100 heridos. ¿Por qué contra los jóvenes? Y el autor fue también un joven de escasos 22 años, Salman Abedi, nacido en Manchester, de padres libios exiliados.

La pena y la desesperación muestran al mundo su rostro de pesadilla real y tangible. Además de robos, asaltos, guerrilla, secuestros y ejecuciones, hoy agregamos terrorismo. No hay para cuando parar.

¿Por dónde empezar? Si nos remontamos a algunos antecedentes históricos, el terrorismo aparece en el Viejo Testamento mencionando frecuentes incidentes de asesinato político. En las historias griega y romana se habla de los asesinatos sistemáticos.

El asesinato de Julio César, por ejemplo, preocupó a los escritores y artistas durante los dos milenios que siguieron. La cuestión de si era permisible el tiranicidio mantuvo ocupada a generaciones de teólogos y filósofos. No hubo unanimidad, pero la mayoría era de la opinión de que en ciertas condiciones el terrorismo era permisible.

Al paso de pocos siglos surgieron grupos pequeños que se dedicaban al terrorismo sistemático durante largos períodos de tiempo, como la secta secreta de los Asesinos, una rama de los musulmanes ismailíes, que operó desde el siglo 8 y hasta el 14 en lo que ahora son Irak e Irán, asesinando a gobernadores, prefectos, califas, y a un rey cruzado de Jerusalén. Se produjo una película con el nombre de la secta.

Fueron los primeros en utilizar el terrorismo suicida – su arma fue siempre la daga y, debido a que sus víctimas solían estar bien protegidas, no tenían virtualmente probabilidad alguna de salvarse. Hasta el idioma que usaron ha sobrevivido: un combatiente era un “fedayín”, término que se utiliza hasta hoy.

El erudito musulmán Ibn Jaldún (1332-1406) escribió: «En la comunidad musulmana, la yihades un deber religioso, debido a la universalidad de la misión musulmana y la obligación de convertir a todo el mundo al Islam ya sea por persuasión o por la fuerza”.

El yihadismo es un neologismo occidental utilizado para denominar a las ramas más violentas y radicales dentro del islam político o islamismo, estando caracterizadas por la frecuente y brutal utilización del terrorismo, en nombre de una pretendida yihad, a la cual sus seguidores llaman una «guerra santa» en el nombre de Alá.

El terrorismo continuó activo al final de la Edad Media y hasta los tiempos modernos, si bien en una escala algo menor. Esta fue la época de las grandes guerras, como la Guerra de los 30 años (1618 a 1648) y las Guerras napoleónicas (1799 a 1815).

La Guerra de los 30 años inicialmente fue un conflicto político-religioso entre Estados partidarios de la reforma y la contrarreforma dentro del propio Sacro Imperio Romano Germánico. La intervención paulatina de las distintas potencias europeas convirtió gradualmente el conflicto en una guerra general por toda Europa, por razones no necesariamente relacionadas con la religión: búsqueda de una situación de equilibrio político, alcanzar la hegemonía en el escenario europeo, enfrentamiento con una potencia rival, etc.

En esos tiempos, cuando muchísima gente perecía o resultaba herida en los campos de batalla, nadie prestaba mucha atención si aquí o allá había alguna violencia terrorista en pequeña escala.

El nivel del terrorismo aumentó hacia fines del siglo 19 y principios del 20. Entre los principales grupos activos estaban los rebeldes irlandeses, los socialistas revolucionarios rusos y una variedad de grupos anarquistas en Europa y América del Norte.

¿Por dónde empezar?

(continuaré)

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José Cárdenas