La semana pasada se llevó a cabo la reunión anual de otoño del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) en la ciudad de Washington, DC, en los Estados Unidos. Cabe señalar que esta fue una ocasión especial porque ambas instituciones, el FMI y el Banco Mundial, nacieron al término de la Segunda Guerra Mundial, a partir de la firma del acuerdo de Bretton-Woods-, y se encuentran celebrando su 75 aniversario. No obstante lo anterior, la celebración no estuvo exenta de claroscuros. Por un lado, la incapacidad que mostró el FMI al no haber previsto la crisis económico-financiera global en 2008-2009 restó mucha credibilidad en su capacidad de análisis de riesgos y recomendación de política económica. Sin embargo, de lado positivo, los bancos centrales -que operan en la arquitectura global creada por el FMI-, han sido muy exitosos en el combate a la inflación. Tan es así, que ahora los gobiernos en varios países han querido asignar más responsabilidades a los bancos centrales, que van mucho más allá de sus mandatos y su ámbito de conocimiento. Fuera de esta reflexión sobre las instituciones emanadas del acuerdo de Bretton-Woods, los tres temas de coyuntura más importantes que considero que destacaron a lo largo de los foros y discusiones en DC fueron:
(1) La economía global se está desacelerando, pero todavía no nos encontramos en un escenario de recesión. Si bien el consenso percibe que la probabilidad de que el mundo enfrente una recesión es baja, los indicadores económicos actuales presagian que la actividad económica global se mantendrá débil por un largo periodo de tiempo. No obstante lo anterior, el comportamiento de los mercados financieros internacionales sí apuntan a una recesión en los próximos 18 meses. Esto está creando una divergencia entre las condiciones financieras y la economía real, lo que genera preocupaciones en términos de estabilidad si dicha divergencia no se reduce en algún momento. En este contexto, el staff del FMI pronostica un crecimiento de la economía global de 3 por ciento, mucho menor del que se esperaba hace un año en 3.7 por ciento. Para el 2020, se espera que el crecimiento se recupere solo ligeramente (3.1 por ciento) debido, entre otros, al relajamiento de las condiciones monetarias. La racionalidad del argumento es que tasas más bajas impulsan la demanda agregada, creando al mismo tiempo espacio para que la política fiscal también apoye el crecimiento. Sin embargo, la preocupación es que los riesgos geopolíticos han creado tal estado de incertidumbre que los planes de consumo e inversión, tanto en el sector público como en el privado, se están retrasando, lo que limita el efecto antes mencionado sobre la demanda agregada.
(2) Los riesgos geopolíticos están limitando la capacidad de instrumentación de política económica. Si bien el mundo enfrenta una plétora de riesgos de carácter geopolítico actualmente, el énfasis se concentró en los efectos que pueden tener o están teniendo ya la guerra comercial entre China y los Estados Unidos, así como el ‘Brexit’ y los conflictos en Medio Oriente.
(3) Las condiciones monetarias seguirán relajándose, pero el espacio de los bancos centrales se está reduciendo, mientras que en algunas economías la política fiscal todavía tiene margen de maniobra. Una de las principales discusiones en casi todas las conferencias fue el papel de la política monetaria y fiscal y hasta dónde pueden llegar para lograr un mayor crecimiento económico. La opinión general es que, si bien el primera ha estado haciendo todo el trabajo en los últimos años, las autoridades fiscales han sido más que cautelosas. En este contexto, las condiciones financieras holgadas no necesariamente han permeado a la economía real, por lo que la pregunta ahora es cuánto espacio queda para los instrumentos de política monetaria. La respuesta más común a esta pregunta -particularmente en aquellos países donde los bancos centrales han estado relajando las condiciones monetarias-, fue que el margen de maniobra en caso de un choque adverso es limitado. El problema principal aquí son los costos de oportunidad del uso de la política monetaria, particularmente en términos de posibles riesgos que se acumulan en términos de estabilidad financiera.
Estos fueron los temas de coyuntura más importantes que se trataron en las reuniones. No obstante lo anterior, los temas estructurales no se quedaron atrás. En este sentido, se hizo énfasis en los retos que enfrenta el mundo en la incorporación del cambio tecnológico dirigido en la manera de lo posible al incremento de la productividad y la sustentabilidad. En resumen, el mundo se encuentra en un momento complejo y hace falta liderazgo para sacarlo adelante y lograr no solo mantener los niveles de prosperidad alcanzados, sino aumentarlos y hacerlo de manera compartida.
Twitter: @G_Casillas
* El autor es director general adjunto de Análisis Económico y Relación con Inversionistas de Grupo Financiero Banorte y presidente del Comité Nacional de Estudios Económicos del IMEF