Economía

Protestas violentas a nivel global e incremento de la desigualdad: Gabriel Casillas

Publicado por
José Cárdenas

Gabriel Casillas

 

La semana pasada vimos imágenes impactantes de las protestas en Chile. Escenas muy violentas de personas quemando autobuses en las calles de Santiago, destruyendo y quemando estaciones de metro y de verdaderas batallas campales en contra del ejército, con resultados graves y muy tristes como la muerte de 19 personas hasta el momento, según cifras oficiales. ¿La razón? Descontento por haber aumentado el precio del metro de Santiago en 30 pesos chilenos (para la tarifa en ‘hora pico’), de 800 a 830, que equivale a casi 80 centavos de peso mexicano (Es decir, de costar 20.80 pesos mexicanos, se decidió aumentar a 21.60 pesos mexicanos, un incremento de 3.8 por ciento). Al final, el presidente de Chile, Sebastián Piñera, decidió dejar sin efecto dicho incremento. En mi opinión, el incremento en el precio del metro no fue la verdadera razón de las protestas, sino un mero detonante.

Los chilenos no son los únicos ciudadanos en el mundo que están presenciando esta serie de violentas protestas. En las últimas semanas han surgido impetuosas manifestaciones populares en Ecuador, Bolivia, Haití, España (Cataluña), Líbano, Irak y Hong Kong. Inclusive, de manera similar a Chile, los detonantes de las protestas han sido incrementos en los costos de bienes y servicios que más utiliza la población. Tal es el caso de Ecuador, con el incremento en el precio de la gasolina o en Líbano, con la instrumentación de un impuesto a las llamadas por WhatsApp. Las protestas en Hong Kong y Cataluña tienen su origen en ciertas particularidades. Por un lado, considero que las tensiones en Hong Kong se comenzaron a fraguar a raíz de la transferencia de soberanía de la isla del Reino Unido a China en 1997 y tienen que ver con los cambios potenciales que puede llevar a cabo el gobierno de China, para imponer un estilo mayoritariamente autoritario, en un territorio con un pasado muy diferente al de ‘China continental’. Por su parte, el detonante de las protestas en Cataluña es el encarcelamiento de los líderes separatistas. Así, considero que, con excepción de Hong Kong y Cataluña, la verdadera razón de las violentas manifestaciones es el incremento de la desigualdad social y económica.

Los orígenes. Por varias décadas, prácticamente durante todo el siglo XX, se discutió si la manera de lograr un mayor crecimiento y desarrollo económico era adoptando un modelo económico capitalista o socialista, en sus múltiples versiones. Aunque ha habido excepciones, la democracia estaba más relacionada con un modelo capitalista y las dictaduras con modelos comunistas. El fin de esta discusión fue marcado por dos eventos históricos: (1) La caída del muro de Berlín en noviembre de 1989; y (2) el fin de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (U.R.S.S.) en diciembre de 1991. Aparentemente había quedado claro que no había más debate. El capitalismo se impuso. Muchos países se unieron a la ola de liberalización de los mercados, privatizaciones de empresas del estado y globalización. México, al igual que la mayoría de los países latinoamericanos, así como de Europa del Este y Asia se unieron a esta ola de liberalización. China entró a la Organización Mundial de Comercio (OMC) en 2001.

La afrenta. No obstante lo anterior, dos eventos marcaron una afrenta a la globalización y su significado en todos sus frentes: (1) Los muy desafortunados ataques terroristas en los Estados Unidos del 11 de septiembre de 2001; y unos años más tarde, lo impensable (2) la quiebra de Lehman Brothers, unos de los bancos de inversión más grandes y más importantes de los Estados Unidos. Además de las múltiples lecciones que dejaron estos dos eventos en muchos ámbitos, estos sucesos nos dejaron claro que también lo malo se globaliza. Esto despertó sentimientos de cerrazón económica y de proteccionismo migratorio y fueron aderezados con la respuesta de política económica que se instrumentó: Políticas monetaria ultra-laxas, con tasas de interés cercanas a cero e instrumentación de estímulos cuantitativos. Se llenó de liquidez a las instituciones financieras, asumiendo que esto iba a abaratar los proyectos de inversión pública y privada y que detonarían la demanda agregada global.

Sin embargo, a la par de esto se le puso una ‘camisa de once varas’ a las instituciones financieras, sobre todo a los bancos, en donde se tornó mucho más difícil prestar dinero con el alto grado de restricción regulatoria. ¿Qué ocurrió? Que en ausencia del crédito y de gobiernos activos en construir infraestructura para reducir cuellos de botella y propiciar un incremento de productividad, la mayor parte del beneficio fue para la población con mayor riqueza, al incrementar significativa y artificialmente los precios de los instrumentos de deuda de los gobiernos y de las empresas. De acuerdo con Piketty, Saez y Zucman (2016), la riqueza del 10 por ciento más acaudalado del mundo creció 20 por ciento de 2009 a 2014, mientras que la riqueza del 90 por ciento de la población con menos recursos se quedó prácticamente sin cambio. Un ‘triunfo’ de la política económica es que las clases más vulnerables no perdieron su empleo, pero hasta ahí quedó. Aquí vino la insatisfacción y el voto por el cambio, pacífico o violento: Grillo (Italia, 2009), Orbán (Hungría, 2010), la primavera árabe (2011) y así hasta nuestros días con las protestas que estamos experimentando en estos días.

Referencia

Piketty, T.; E. Saez, and G. Zucman. “Distributional National Accounts: Methods and Estimates for the United States.” NBER Working Paper, 2016.

Twitter: @G_Casillas

* El autor es director general adjunto de Análisis Económico y Relación con Inversionistas de Grupo Financiero Banorte y presidente del Comité Nacional de Estudios Económicos del IMEF.

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José Cárdenas