Internacional

Exhuman a Franco del Valle de los Caídos

Publicado por
Aletia Molina

Cuarenta y cuatro años después del entierro con la pompa de una dictadura, la democracia ha exhumado este jueves con sobriedad los restos de Franco para que el Valle de los Caídos deje de ser lo que el dictador quiso que fuera: un monumento a sí mismo que inmortaliza su victoria en la Guerra Civil. Fue con ese propósito, el de “desafiar al tiempo y al olvido”, con el que Franco hizo levantar una enorme cruz de 150 metros  y un mausoleo que acoge más de 33.800 cuerpos, muchos de ellos, extraídos de fosas comunes, sin el conocimiento de sus familias, para yacer hasta hoy junto al verdugo. El Gobierno buscaba sobriedad, pero durante la operación ha habido varios incidentes con la familia, que se ha presentado en el Valle de los Caídos con una bandera preconstitucional y ha gritado «¡Viva Franco!» cuando han introducido el ataúd en el coche fúnebre.

La exhumación ha empezado a las 10.30 de una mañana gélida (seis grados) en Cuelgamuros, el lugar que Franco escogió en 1940 para levantar su mausoleo. 22 familiares del dictador (nietos, cónyuges y bisnietos) han acudido a la basílica, aunque solo dos han podido presenciar la extracción del féretro, dentro de una carpa en la que también se encontraban la ministra de Justicia, Dolores Delgado, como notaria mayor del Reino; el secretario general de Presidencia, Félix Bolaños; el subsecretario de vicepresidencia, Antonio Hidalgo; los operarios de la funeraria y un forense.

Las autoridades han sido las primeras en llegar. Los familiares de Franco lo han hecho con una corona de flores con la bandera española y en el caso de Francis Franco con una bandera preconstitucional en la mano, que el Gobierno le impidió introducir en la basílica tras un rifirrafe con el nieto del dictador, que quería depositarla sobre el féretro. Antes de entrar en el Valle de los Caídos, ha dicho: “Hoy es un día muy triste. Quieren hacer ver que mi abuelo está solo, pero no lo está”.

El Ejecutivo sí permite que los familiares pongan “la bandera que quieran” en la reinhumación en Mingorrubio, un acto privado. Todo lo contrario que la exhumación, cargada del simbolismo de una democracia consolidada que, con el impulso de una ley aprobada en el Congreso sin votos en contra, el respaldo de una sentencia del Tribunal Supremo por unanimidad y la decisión final del Gobierno, saca a su dictador de un lugar de honor para trasladarlo a una tumba también sufragada con los impuestos pero mucho más discreta. La sepultura es homologable a la de otros autócratas europeos como el italiano Benito Mussolini o el portugués Antonio Salazar, que yacen en lugares aún más austeros que el panteón de Mingorrubio.

Ocho familiares, cuatro de ellos nietos del dictador, han llevado a hombros el féretro hasta la salida de la basílica, pasando por delante de la tumba de José Antonio Primo de Rivera, fundador de Falange, enterrado al otro lado del altar. También han atravesado el pasillo de criptas en las que yacen más de 33.800 víctimas de la Guerra Civil, enterradas sin nombre y apellidos y en muchos casos amontonadas, ya que filtraciones de agua han destruido las cajas de madera en las que fueron trasladadas al Valle de los Caídos, y mezclados los restos. Los familiares han lanzado gritos de «¡Viva Franco!» y «¡Viva España!» al abandonar la basílica.

El Gobierno quiere mover también la tumba de Primo de Rivera de su lugar privilegiado a uno de los laterales, devolver a los familiares que los reclaman los restos de los republicanos que fueron enterrados en las criptas sin su consentimiento y resignificar todo el complejo. Todo dependerá en todo caso, de lo que pase en las elecciones del 10 de noviembre.

La familia Franco se ha resistido hasta el final con una cadena de recursos ante los tribunales: desde el Supremo a Estrasburgo pasando por el Constitucional. “Es la primera victoria de los vencidos”, opinaba la ministra de Justicia, Dolores Delgado, a EL PAÍS una vez que el Gobierno se liberó de todos esos obstáculos para arrebatar el monumento a Franco.

Ningún otro presidente, tampoco los dos socialistas que estuvieron 22 años en el poder, Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero, dio este paso. El PP se abstuvo en la votación en el Congreso. Pablo Casado es el primer líder de este partido nacido en democracia. Albert Rivera, de la misma generación, llevó a Ciudadanos también a la abstención porque consideraba que este asunto no era prioritario. El PSOE y Unidas Podemos lo acogieron con entusiasmo, aunque Pablo Iglesias ha criticado ahora el momento en el que se hace —a dos semanas de las elecciones— y ha llegado a pedir que se retrase hasta después de los comicios.

Fuente: El País

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Aletia Molina