Azam Ahmed/ The New York Times
Al parecer, el escape es un rasgo compartido en la familia Guzmán. Tanto que hace pasar vergüenzas al Gobierno de México.
Joaquín Guzmán Loera, «El Chapo», eludió las garras del Gobierno en numerosas ocasiones: en túneles, detrás de clósets, debajo de bañeras y a través de empinados desfiladeros en montañas remotas de Sinaloa. Incluso logró escapar de la cárcel dos veces.
El miembro más reciente de la familia en escapar de la aprehensión, fue el hijo de «El Chapo», Ovidio Guzmán López, quien logró su propia hazaña de humillación del Gobierno esta semana, cuando secuaces del cártel obligaron a un operativo de las fuerzas armadas a liberarlo después de que había sido capturado.
La impresionante rendición –con fuerzas mexicanas sumamente superadas, siendo tomadas como rehenes y forzadas a soltar al famoso sospechoso en su custodia– comenzó con un sitio en Culiacán el jueves por parte de miembros del Cártel de Sinaloa, otrora liderado por «El Chapo».
Videos de intensos combates armados en la calle, hombres armados bloqueando carreteras, residentes huyendo para refugiarse y nubes de humo negro elevándose de vehículos en llamas inundaron las redes sociales.
Circularon reportes de que tras la captura del joven Guzmán, su cártel organizó un feroz ataque para lograr su libertad y evitar su extradición a Estados Unidos.
Pero el Gobierno permaneció en silencio, pidiendo a los ciudadanos que no salieran y que evitaran estar en la calle durante la mayor parte del día.
Más tarde, aclaró, al menos parcialmente, diciendo que una patrulla se había topado con Guzmán, pero que había suspendido la operación cuando se vieron superados en número y armas por los combatientes enemigos.
Luego se supo la verdad. La patrulla en realidad fue una operación planeada para capturar a Guzmán y extraditarlo a Estados Unidos, reconoció el Gobierno el viernes.
Las fuerzas armadas lograron detenerlo, pero se vieron obligadas a dejarlo ir después que ocho de sus elementos fueron tomados por la fuerza y mantenidos como rehenes, informó el Gobierno.
Rodeados por los enemigos, sin un plan claro de refuerzos por tierra o aire, y sin una estrategia clara de salida, los soldados cedieron y regresaron a Guzmán.
De acuerdo con un exfuncionario estadounidense y otra persona informada sobre el asunto, la fuerza detrás de la rápida y eficaz respuesta del cártel fue otro Guzmán, Iván, el hijo mayor de «El Chapo», que ha asumido un papel prominente en el cártel desde que su padre fue atrapado, extraditado a Estados Unidos y sentenciado a cadena perpetua en julio.
Dijeron que en un principio Iván también fue capturado por los militares, pero que sus secuaces rápidamente superaron a las fuerzas armadas y aseguraron su liberación.
Una vez libre, el hermano mayor orquestó entonces una impresionante exhibición de fuerza para asegurar la libertad de su hermano, Ovidio.
El esfuerzo no sólo incluyó tener a soldados como rehenes, sino también secuestrar a sus familias, de acuerdo con las dos personas enteradas, que no estaban autorizadas para hablar públicamente.
La victoria del cártel ofreció un vistazo aterrador al poder ejercido por el crimen organizado en México, destilando en sólo ocho horas el grado en que la nación es cautiva de las redes criminales.