Gracias por asomarse a la ventana…
Este dos de octubre se cumplen 51 años de la matanza de Tlatelolco.
La fecha convoca a marchas y protestas por aquella represión infame que ahogó en sangre el movimiento estudiantil.
También es ocasión propicia para que las hordas anarquistas, equipadas con palos, aerosoles, botellas y pistolas de agua rellenas de gasolina –a modo de primitivos lanzallamas– tomen de nuevo a la Ciudad México en calidad de rehén, rompan vidrios, intenten incendiar portones, destrocen y saqueen comercios, y pinten pintas sobre las pintas en muros de edificios y monumentos históricos.
Por eso la advertencia presidencial a conmemorar este 2 de octubre de manera pacífica, sin provocar actos autoritarios y represivos.
Para eso, López Obrador pide a los manifestantes lo que debería exigir a la policía: evitar la infiltración y la furia de los violentos callejeros.
Es peligroso que la sociedad asuma la obligación que debe ser de los uniformados, todo para que el gobierno no manche su plumaje y evite el riego de ser etiquetado como represor de los profesionales del alboroto.
Es decir, otra vez los uniformados sólo estarán viendo de lejos, como la semana pasada, y que la sociedad civil les haga la chamba.
A los encapuchados, sin dios ni patria, hijos del anarquismo conservador, les vale gorro el anhelo presidencial de paz y amor. El mensaje les entra por una oreja y les sale por la otra.
3 comentarios
Claro: nadie habla de los guerrilleros comunistas que asesinaron a sus propios compañeros para darle vida a su perverso movimiento.
Ese movimiento es anti mexicano. Lo peor de lo peor.
Cuanta razón, el Mesías no quiere manchar más lo que ya está bien manchado, 133 incinerados, niños, jóvenes, gente del pueblo que acudió porque estaba lloviendo gasolina, no debe haber habido ni 10 verdaderos huichicoleros, por su cobardia que en más de 4 horas no hizo absolutamente nada por dispersar a esa gente. Esos son más muertos que el 2 de Octubre 68 y Ayotzinapa juntos.