El presidente de la República ha decretado la derrota moral de sus adversarios.

Lo ha hecho en el mensaje con motivo del primer Informe de su gobierno; acto litúrgico de fe ideológica, impulsado por el reto del cambio en tiempos mezquinos.

Más allá de la reiterada proclama victoriosa de avances, logros y compromisos cumplidos, hubo un elemento novedoso en el discurso presidencial.

López Obrador dijo que los adversarios de la 4T, los conservadores, están nerviosos, aturdidos, desquiciados y moralmente derrotados; no se han constituido; es decir, no tienen forma, ni fuerza, ni continente, ni contenido.

Son como como almas en pena…

Y eso es verdad. Las oposiciones de cualquier tipo carecen de acción y rostro; están raquíticas.

Por eso el presidente puede decir, con sus ases en la mano, ¡voy derecho y no me quito!

No tiene estorbos al frente. Todos sus planes, proyectos y programas conocerán término. Se ignora si tendrán éxito, pero de que van, van, como él mismo ha reiterado.

El mensaje en Palacio ha sido un discurso de confirmación, más que de información. Ha dicho lo que necesitaba decir, frente a un auditorio cautivo y sumiso; sin contrapesos… y así, ni se cansa el ganso ni afloja el paso.
Y si sólo truena una voz no es culpa del presidente.

EL MONJE METICULOSO: ¿Por qué la mampara en Palacio decía Tercer Informe de Gobierno? Porque el presidente ya ha rendido cuentas previas de su mandato. La primera, con motivo de los cien días de Gobierno (11 de marzo); la segunda (1 de julio), a un año de su victoria electoral. ¿Dato inútil?