Teléfonos inteligentes, palos de selfies y cámaras. La East Side Gallery, la mayor galería de arte al aire libre del mundo y gran atracción turística para los que visitan Alemania y su capital, recibe millones de turistas al año.
Al caer el Muro de Berlín en la primavera boreal de 1990, 118 artistas de 21 países decoraron su antiguo lado oriental con pinturas relacionadas con los cambios políticos que se habían generado. De este modo, la emblemática construcción a lo largo de la ribera del río Spree adquirió un nuevo significado.
En internet hay muchos usuarios que expresan su desagrado acerca de los turistas “desinformados”. “Todas esas personas posando para las fotos no permiten ver el Muro”, se queja, por ejemplo, un usuario del portal de reseñas de viajes Tripadvisor: “La mayoría de los turistas no están al tanto de la historia, y sólo toman fotos por diversión sin ser conscientes del lugar donde se encuentran”.
¿Fotos en un sitio donde cientos de personas fueron abatidas a tiros? “Tal vez suene raro, pero en el siglo XXI está bien hacer selfies”, opina un joven húngaro. “Yo no diría que es una falta de respeto”, concuerda su amiga.
Los dos turistas se encuentran en la East Side Gallery de Berlín.
Axel Klausmeier, director de la Fundación Muro de Berlín y responsable de la conservación del monumento, está convencido de que, sin las obras de arte, el tramo del Muro probablemente ya habría sido derribado.
El mensaje principal es claro. Se trata de la asimilación artística y de la superación pacífica y jubilosa del muro”, afirma Klausmeier y pide no olvidar que en la época de la República Democrática Alemana mucha gente perdió aquí la vida en su intento de fuga.
¿Qué hay de aquéllos que no conocen la ciudad y su historia? Una joven de Fráncfort posa junto a un grafiti de la East Side Gallery frente a la cámara del teléfono celular de su amiga: “En realidad, estamos buscando un lugar para comer”, dice.
¿East Side Gallery? No saben qué es. Para ellas, el colorido muro simplemente ofrecía un fondo adecuado para sus fotos.
A Klausmeier no le molestan los turistas con sus palos de selfies. Le fastidian los fenómenos marginales: “Todo lo que el turismo de masas trae consigo, los trileros que intentan estafar a los turistas, por ejemplo”.
Este historiador del arte, de 54 años, también tiene una visión crítica de los puestos de venta en el Muro. “Creo que le restan su importancia al lugar”.
La Fundación del Muro de Berlín está buscando respuestas más modernas para revalorizar la atracción turística. “No hace falta mencionar que la situación actual es cualquier cosa menos digna de una galería”.
Klausmeier explica que en el futuro se ofrecerán a los turistas visitas guiadas, aplicaciones para móvil e información sobre las obras de arte; además de mejorar la oferta, se aumentará la distancia al Muro mediante la instalación de una especie de barandal y se ampliará considerablemente el camino peatonal.
Añadió que se está pensando en rediseñar el futuro de la East Side Gallery junto con los artistas que plasmaron sus obras.
Uno de ellos fue Jim Avignon. El artista berlinés todavía recuerda bien aquellos primeros meses después de la apertura de los cruces fronterizos.
Las selfies no molestan a Avignon: “Es normal que los turistas se informen acerca de las atracciones turísticas de las ciudades que visitan. Hacerse fotos delante de ellas es parte del mundo en que vivimos”. El artista considera que es bueno que “el muro como tal siga existiendo y al menos fomente la reflexión y la discusión”.
Dos parejas de turistas del sur de Alemania comparten la opinión del berlinés. Ellos mismos fueron testigos de los acontecimientos de aquella época y consideran que el Muro es de gran importancia como lugar de conmemoración.