La matanza de El Paso, Texas, tiene una raíz común: el odio y la demencia; la insania mental.
Junto con el ocioso debate sobre la venta de armas –como si las armas se dispararan solas–, quienes se dicen angustiados por el hecho que cobró la vida de 20 personas (siete de origen mexicano) y lesionó a 24, soslayan la razón de fondo: el armamentismo salvaje en la nación vecina.
Un país enfermo de violencia produce ciudadanos enfermos de violencia.
La masacre perpetrada en el Wal-Mart de Vista Cielo, para vengar la invasión de los “prietos” a Texas, nos deben alertar sobre el peligro la polarización social que propone el odio contra el odio.
El discurso antiinmigrante de Donald Trump ha sido determinante para exacerbar el extremismo y el terrorismo racial, en manos de locos furiosos como Patrick Crusius, que no es migrante, ni extremista musulmán, sino un terrorista doméstico, supremacista, admirador de Trump y del Ku Klux Klan.
Esos dementes, como Cursius, abundan en la Unión Americana, para desgracia del paisanaje.
EL MONJE SUSPICAZ: Ya sé para que va a servir “el muro” de Trump: para que no escapen de la jaula sus fieras salvajes.
1 comentario
También, ciudadanos enfermos de violencia constituyen un país enfermo de violencia… Ya que son entre 80 y 100 homicidios dolosos por día en México, varios por tiroteos en lugares públicos, me sorprende leer el articulo «Masacre en El Paso; crimen de odio» como un diagnostico de una enfermedad propia de los Estados Unidos (del norte) hecho por un ciudadano mexicano, como si la situación no fuese similar en México. Estoy de acuerdo con el diagnostico, y la acusación dirigida a Trump, pero no con la ausencia de reconocimiento que la enfermedad esta bien compartida.