Hace 25 años escribí el siguiente texto acerca del entonces llamado Tratado de Libre Comercio. Eran los últimos años del siglo 20 y México se incorporaba “orgullosamente” a Norteamérica, una región formada por México, Estados Unidos y Canadá. El comercio empezó a modificar la geopolítica, creando regiones para crecer económicamente, e “ir desapareciendo” países. Ahora encontramos a Norteamérica, a la Comunidad Europea, al Mercosur, a la Cuenca de Pacífico, el Pacto Andino, etc.
Pero son regiones que se han avenido por razones estrictamente económicas, no sociales ni políticas. Lo que allí funciona es la llamada Economía de Mercado, que hoy el gobierno de México rechaza, y con razón, con el nombre de Neoliberalismo o Conservadurismo.
Y digo que con razón porque por décadas este sistema, creado, allá por la década de los 50´s por Milton Friedman, padre del Monetarismo, y por Alan Greenspan, presidente de la Reserva Federal, ha afectado el bolsillo y la vida de miles de millones de seres humanos en el planeta.
Pero antes de entrar a mi texto, quisiera recordar las palabras del chileno Marcos Roitman, doctor en Sociología, Profesor Titular de estructura social de América Latina en la Universidad Complutense de Madrid. y que ha publicado “Las razones de la Democracia en América Latina”, “La democracia en América Latina Actualidad y perspectivas”, “El pensamiento sistémico: los orígenes del social-conformismo”, y “Democracia sin demócratas y otras invenciones”.
Roitman dice que existen cinco reformas estructurales en el ordenamiento sociopolítico: retiro del Estado de la economía; preeminencia del capital privado y de las relaciones de mercado en la producción y asignación de recursos; total apertura externa comercial y financiera; privatización completa; y mercado libre del trabajo. A esto corresponde un régimen político que tiene como objetivo servir al funcionamiento del mercado y que se termina identificado con una democracia de mercado, despolitizada y en la que la política pierde toda centralidad. Pasados los años el autor destaca el fracaso del neoliberalismo, el cual ha traído un mayor grado de desigualdad, miseria y explotación de la mayoría de la población y especialmente alerta sobre la llamada segunda ola del neoliberalismo, aquella que supone una configuración extrema de la violencia y la exclusión social.
Hace 25 años escribí: “Llegamos al principio del camino. Finalmente se aprobó por parte del senado norteamericano, el Tratado de Libre Comercio. Es importante percatarnos de que ya estamos inmersos en esta conjunción de esfuerzos que nos une a nuestros dos vecinos del norte.
“Por cierto, esa ancestral discusión geográfica de que si México forma parte de Norteamérica o Centroamérica queda, con este acuerdo, en el pasado. Somos, en el quehacer comercial financiero, un todo con Estados Unidos y Canadá. Mercado de aproximadamente 400 millones de seres humanos. Enorme universo de posibilidades.
“Mucho se ha escrito y hablado sobre el Tratado. Más se escribirá y hablará durante los siguientes 15 años. El tema es apasionante por ser de materia económica. Allí se mueven fuertes intereses que afectan y afectarán el patrimonio nacional, y las repercusiones serán en el patrimonio familiar.
“Las transacciones internacionales consisten en su mayor parte en intercambios de bienes entre los diferentes países. En este caso es trilateral. Las cuatro quintas partes, aproximadamente, del total de estas transacciones son mercancías, la otra quinta parte incluye cambios de servicios, principalmente transporte, y transferencias netas de capital. Los bienes, objeto de intercambio habitual, son los productos primarios como: las materias primas, los alimentos, así como los productos manufacturados.
“Ente los productos primarios destaca el petróleo, que en la actualidad ocupa el lugar más importante; otros son el algodón, el carbón, la madera, la pasta de papel y los minerales no férreos. De los productos alimenticios sobresalen el café, el trigo, el azúcar y las semillas oleaginosas.
“De los productos manufacturados, la maquinaria es la partida más importante; le siguen los productos terminales, vehículos para transporte carretero, barcos y aviones.
“El Tratado reducirá considerablemente las barreras arancelarias y aumentará las cuotas, por años fijas, para recibir nuestros productos.
“Los mexicanos debemos confiar en que el Tratado de Libre Comercio será benéfico para nosotros. Hemos sido abatidos por el destino en muchas ocasiones. Pisoteados y bocabajeados. La historia nos llevó de la mano por caminos sinuosos y escarpados.
“No somos ricos ni pudientes, pero esos recorridos los hicimos con reciedumbre y nos dieron sensatez y paciencia. Esperemos y confiemos. México tiene horizontes bellísimos y metas más altas. La historia nos reivindicará”.
Premio Nacional de Periodismo
Fundador de Notimex