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La gran ola de inseguridad pública: Francisco Fonseca

Publicado por
José Cárdenas

Francisco Fonseca

Existe una organización a nivel mundial formada por más de 200 países que se llama Organización de las Naciones Unidas. Este cuerpo colegiado se fundó en 1945 y tiene como propósitos, entre otros, mantener la seguridad y la paz internacional, desarrollar relaciones amistosas entre las naciones y propiciar la cooperación internacional en la resolución de problemas económicos, sociales, culturales y humanitarios.
Menciono esto porque el primer atributo de la ONU es velar por la seguridad. Sin embargo, en los últimos cincuenta años en todos los países del mundo ha crecido la inseguridad. Pero en México este crecimiento ha sido mayúsculo.

Hoy en día nos enteramos de balaceras, de sicarios, de decapitados, descuartizados, enterrados, semienterrados, de llantos y quejas, de pesares. Encontramos, no todos los días, sino cada hora, mucha información sobre la inseguridad. La vemos en todas las redes sociales, que hoy dominan la comunicación, y además en periódicos, libros, revistas, programas de televisión, y lo que es más grave, en nuestras personas.
Cada cinco años, desde 1955, la ONU lleva a cabo su llamado Congreso Mundial de Naciones Unidas para la Prevención del Delito y el Tratamiento del Delincuente. Este órgano colegiado emite no sólo recomendaciones, como ha ocurrido en todos los trece Congresos habidos, sino medidas ejecutoras y de colaboración entre países para contrarrestar de manera firme y decidida a la criminalidad urbana organizada.
En mis anteriores escritos he tocado el tema de la tarea esencial de la policía preventiva, que en su título la lleva: prevenir el delito, evitar que se lleve a cabo una conducta antisocial, inhibir al delincuente con su sola presencia. Así mismo he mencionado la importancia de la participación ciudadana en las tareas preventivas. Pero aquí y hoy destaco esta verdad: en ningún país del mundo la delincuencia ha disminuido con la sola intervención policial,

de manera unilateral; es necesaria la participación ciudadana que complemente. Es decir de manera bilateral.
Por lo que toca a la ciudad de México, he leído recientemente acerca de las inquietudes ciudadanas del porque ya no se reúnen, o lo hacen escasa y aisladamente, los Comités Delegacionales de Seguridad Vecinal y los Subcomités de Seguridad Escolar. Se lograban resultados positivos y la ciudadanía se sentía un poco atendida. Hubo una época en que la, entonces, Procuraduría del Distrito Federal, la Secretaría de Seguridad Pública, las, entonces, Delegaciones, y en su caso la Secretaría de Educación Pública tenían en sus manos la problemática inherente, y era atendida y resuelta en gran medida. Se escuchaban las quejas y los temores. Los presidentes de colonias, las juntas vecinales, los representantes escolares, los maestros, y los representantes de niveles participaban activamente, se daba seguimiento puntual a las peticiones de las reuniones anteriores, se daba respuesta, y la sociedad se sentía atendida.
Todo lo anterior lo escribo y justifico porque como servidor público acudí a reuniones intercongresos de Naciones Unidas en Buenos Aires y en Seúl, y como Titular de Prevención del Delito, primero, y después como Director General de Servicios a la Comunidad de la Procuraduría

capitalina asistí, sin falta, a todas las juntas vecinales y escolares en las 16 Delegaciones Políticas. Y esa experiencia me fue muy útil. Y junto con Subsecretarios, Jefes de Sector, y Delegados Políticos dimos respuesta a querellas y a situaciones que logramos resolver.
Pero no más. De repente, hace más de diez años, aparecieron, como llegados de otra dimensión, gobernantes federales y locales sin conocimiento. ¿Qué ha pasado? ¿En cuál momento de la historia de la inseguridad nos hemos quedado? ¿Es posible que en aras de otras ocupaciones menos dedicadas y más jugosas se hayan sacrificado estos foros?¿Estamos escuchando a los deudos a quienes les han arrebatado familiares? ¿Nos hacemos partícipes de su dolor?
Hace unos días ví, con tristeza, a un grupo de mujeres agrediendo al Secretario de Seguridad Pública, y posteriormente destruyendo puertas de cristal y vandalizando oficinas de la Procuraduría capitalina. Mi tristeza es por las mujeres abusadas, violadas y asesinadas, y que actúan así porque no han tenido respuesta en años; y triste también porque no hay respeto a la autoridad.

En los dieciocho años conformados por el sexenio zedillista y el docenato panista se vulneró considerablemente el sistema de seguridad pública. El sexenio anterior casi nada pudo hacer, maniatada. Las fuerzas de seguridad se debilitaron o desaparecieron, la delincuencia se armó y organizó.
Escuchemos a Naciones Unidas, escuchemos a nuestros vecinos, a los maestros, a los alumnos, a nuestras familias. Invitemos a la comunidad. Y resolvamos lo que nos corresponda como autoridad, con autoridad, con ganas. Dejemos a un lado los discursos paternalistas y convocantes. Deduzcamos que han muerto cientos de miles de mexicanos en esta guerra que un día será llamada genocidio.
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