Los gritos de mujeres y activistas estallaron el lunes a las afueras de un juzgado cerca de la capital salvadoreña cuando un juez exoneró a Evelyn Beatriz Hernández, una joven de 21 años señalada por homicidio agravado tras sufrir un aborto extrahospitalario en 2016.
El caso atrajo la atención internacional debido a queEl Salvador es uno de los pocos países de América Latina que penaliza cualquier forma de aborto.
Evelyn ya había cumplido 33 meses de una primera condena de 30 años cuando, por faltas de pruebas, la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo revocó el fallo en su contra en febrero y ordenó un nuevo juicio con otro juez.
Nunca antes se había repetido un juicio por un caso de aborto en el país, que persigue de forma agresiva en los tribunales a las mujeres que han sufrido abortos espontáneos y urgencias obstétricas, acusándolas de asesinato.
Al salir de los juzgados, Evelyn se dirigió a las decenas mujeres que la esperaban y dijo: “Gracias, Dios, se hizo justicia. También doy gracias a ustedes que han estado aquí presentes”.
El Caso
Evelyn sostuvo que ignoraba haber estado embarazada producto de una violación. Sólo recordaba que un día de 2016 salió a un retrete exterior en su pobre comunidad rural con fuertesdolores abdominales.
Al agacharse, dijo, el bebé debió caer al fondo del tanque séptico. Su madre argumentó que había encontrado a su hija desvanecida y que paró una camioneta descubierta para llevarla a un hospital cercano.
Las dos mujeres insistieron en que no sabían que había un bebé en el tanque séptico, pero la fiscalía nunca les creyó. El feto tenía 32 semanas, cerca del término del embarazo, y los forenses no pudieron determinar si había fallecido en el útero o en el pozo. La causa de la muerte sigue sin estar clara.
Josefina, su madre, estaba el lunes acompañada de familiares y amigos y observaba cómo felicitaban a su hija después de que el juez la exonerara. Con palabras entrecortadas dijo: “se estaba cometiendo una injusticia, ella es inocente, mi hija no cometió ningún delito”.
A poco metros estaba Domingo Ascencio, un hombre de 60 años que compareció como testigo y compartió el testimonio de cómo auxilió a Evelyn.
“Me llamó la mamá. Yo estaba como a un kilómetro y llegué corriendo. La encontré tirada, desmayada, bien pálida, eran chorros de sangre. La tomé en mis brazos y subí hasta la carretera donde encontramos el transporte. Ella no hizo nada malo, han sido tres años de sufrimiento para esta pobre gente”, manifestó.
Pese a que en su resolución el máximo tribunal en materia penal afirmó que no existían pruebas de que Evelyn hubiera actuado intencionalmente para acabar con la vida del recién nacido, el Ministerio Público no cedió en sus intenciones de mandarla a la cárcel y pidió al juez una condena 40 años de prisión alegando comisión por omisión, es decir, que el bebé habría fallecido porque ella omitió realizar una acción de protección.