Estados Unidos ha querido cortar de raíz las dudas expresadas por el futuro presidente de Guatemala Alejandro Giammattei para cambiar el programa de «tercer país seguro» firmado por el actual mandatario Jimmy Morales. Desde la Casa Blanca, Mauricio Claver, en nombre del presidente Donald Trump, pidió mantener este convenio ”que no supondría ningún gasto para Guatemala” y que permitiría “entrar en un periodo histórico” en la relación bilateral entre los dos países, señaló Claver en un vídeo.
Según el asesor del presidente Trump con este acuerdo Guatemala recibiría “solo” a hondureños y salvadoreños y en una cifra “previamente acordada”. Una cantidad que, debido a que Honduras y El Salvador “son países democráticos, debería ser una cifra limitada”, dijo Claver. La cifra final, sin embargo, es una incógnita sobre la que se conocen pocos detalles.
A cambio de ello, Guatemala recibiría ayuda económica de Estados Unidos y de organismos internacionales ligadas a Naciones Unidas y se triplicaría la concesión de visas H2A «solo» para trabajadores temporales guatemaltecos. Actualmente entre 5.000 y 8.000 guatemaltecos se benefician de una visa especial para trabajadores del campo gracias a un acuerdo entre los dos países.
El mensaje de la Casa Blanca se difundió cuatro días después de la victoria electoral del conservador Alejandro Giammattei y pretende empujar un acuerdo de seis páginas y siete anexos que no se ha hecho público pero que, según la Casa Blanca, está rodeado de “confusión y desinformación”. Según el portavoz de Trump se trata de algo positivo para Guatemala y no se debe perder la oportunidad de que ambos países «se apoyen mutuamente”.
Sin embargo, el acuerdo fue cuestionado por el presidente electo que asumirá el poder en enero de 2019. Su postura, no obstante, ha ido variando y se ha movido del repudio inicial a la aceptación de facto de los últimos días, aunque reconoció que ignora su contenido al detalle.
Durante la campaña Giammattei expresó su rechazo frontal y criticó duramente al Gobierno de Morales por haberlo firmado un acuerdo de este tipo en la recta final de su Administración. Posteriormente dijo que la decisión final debe pasar por el Congreso de Guatemala, pero que lo rechazaría tal y como está firmado. En su posicionamiento más reciente aceptó que se trata de un hecho consumado que “tendremos que solventar”, dijo durante una entrevista con la BBC.
De hecho, no son pocos los analistas que opinan que detrás de este acuerdo se esconde un pacto entre el mandatario entrante y el saliente para que el primero reciba el desgaste y se coma la “papa caliente”, en palabras de Giammattei, que supone poner en marcha un convenio de este tipo rechazado por ocho de cada diez guatemaltecos, según una encuesta de Prensa Libre.
El margen de maniobra, sin embargo, es escaso. Trump ha amenazado al Gobierno de Jimmy Morales con aplicarles «vetos, aranceles o impuestos a las remesas» o «todas juntas» y aprovechó para recordar que meses atrás ordenó el fin de las ayudas económicas, que suponían una “GRAN” carga a los contribuyentes.
El convenio sobre «tercer país seguro» que contiene seis páginas y siete cláusulas adicionales, fue firmado a mediados de julio entre Jimmy Morales y Donald Trump y supone que la nación centroamericana se hará cargo de los refugiados hondureños y salvadoreños que esperan la resolución de su caso en Estados Unidos. Se trata de una espera que puede durar varios años y que es aun más lenta por el colapso en los juzgados estadounidenses.
Actualmente el convenio ha sido suspendido por un juez federal de Estados Unidos y por la corte de Constitucionalidad de Guatemala. Giammattei insiste en que solo los congresos de Guatemala y Estados Unidos pueden decidir sobre ello.
Paralelamente el «tercer país seguro» se ha convertido en tema de enfrentamiento entre republicanos y demócratas. La semana pasada e la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, una de las más fuertes opositoras Trump en las filas demócratas, visitó Guatemala acompañada de la senadora Sandra Torres. Torres se posicionó claramente en contra de un acuerdo que «impone decisiones económicas para las que Guatemala no está preparada». Por su parte para Trump supone aliviar el colapsado sistema estadounidense y trasladar la presión a Guatemala.
Fuente: El País