José Carlos Villarreal marchaba en la parte intermedia del grupo de atletas que se disponían a tomar la última curva en la carrera de mil 500 metros. De pronto, comenzó a remontar posiciones por uno de los carriles exteriores, hasta cruzar la meta en el primer lugar.
Se apareció de la nada. Por lo visto, ha desarrollado la costumbre de presentarse donde nadie lo llama ni lo espera.
Villarreal se convirtió en el primer mexicano en la historia que ha ganado una final de esta distancia en los Juegos Panamericanos, y se apoderó del oro con un tiempo de 3 minutos 39.93 segundos. La plata fue para el estadounidense John Gregorek, con 3 minutos 40.41 y el bronce para el canadiense William Paulson.
“Esto es muy especial para mí, para mi familia y para mi país”, declaró Villarreal. “Viene preparado para batallar con todos los países de las Américas”.
Y pensar que el joven mexicano de 21 años estuvo a punto de no acudir a Lima.
Villarreal nació en el estado de Sonora, fronterizo con Estados Unidos. Al otro lado de la línea limítrofe encontró una beca en la Universidad de Arizona, donde comenzó a destacarse en carreras de fondo y medio fondo, muchas a campo través.
Pero no había dado la marca requerida en los torneos selectivos mexicanos, por lo que fue excluido originalmente de la delegación que acudiría a Lima. La jefatura de misión para los Juegos Panamericanos solicitó que se le incluyera con otros cuatro deportistas que no estaban contemplados.
El joven de la localidad de Puerto Peñasco había logrado la cuarta mejor marca del continente americano en este año en los mil 500 metros, con 3 minutos 37.22 minutos. Y su ausencia en el selectivo nacional se debió a que había optado por disputar una final colegial estadounidense en las mismas fechas.
Con un permiso de última hora, sacó pasaje a Lima. Y sin permiso de nadie se llevó la presea dorada, que dedicó a su familia de México y los que viven en Estados Unidos.
“Sin mis dos familias (en cada país) no soy yo”, señaló.
Quizá una faceta poco conocida del campeón mexicano es que cuando era una adolescente practicaba más el fútbol y el básquetbol. Incluso, no fue hasta los 16 años en que descubrió su afición por el atletismo.
“Mis primos jugaban mucho fútbol y lo practicaba en México y cuando me vine a Estados Unidos comencé a jugar baloncesto”, contó. “Luego seguí el atletismo y me gustó”.
Y las carreras de fondo terminaron deparándole un título panamericano al delantero “frustrado”, según dijo con una sonrisa.
Fuente: El Financiero