La voz de los estados
Hemos estado inmersos en una condición de violencia inimaginable desde hace más de una década.
Los eventos se superan entre sí, uno más grave que el otro y, en tanto, atestiguamos la descomposición social.
A los muertos los hemos convertido en estadística, la violencia se ha normalizado, la indiferencia nos ha secuestrado.
Ejecuciones de 19 personas, fosas clandestinas con cientos de cuerpos, asaltos, secuestros y otras expresiones que se presentan a diario.
En esta terrible realidad, la tentación de criminalizar a las víctimas a partir de peritajes y no de investigaciones, hacen del discurso oficial algo lastimoso, como ocurriera en otros tiempos.
Ante los hallazgos como el de Uruapan, con la simple presunción de una “lucha entre bandas rivales”, los casos se cierran y a las victimas se les reduce a nada, a miembros de la delincuencia sin investigación que medie.
Pareciera que entonces no importan, total, eran criminales.