Entre las muchas aportaciones de la “Cuarta Transformaciónha quedado patentada la idea del “sabotaje legal”.
El juicio de amparo, garantía defensiva de los mexicanos, ahora es visto como un recurso innoble de conservadores y antagonistas de los proyectos del presidente de la República.
Ante la catarata de amparos contra la construcción del Aeropuerto en Santa Lucía, el presidente ha dicho que tiene recursos legales para interponer los poderes supremos del Ejecutivo en aras del interés nacional, dar un manotazo y no permitir que los amparos del colectivo #NoMasDerrochessean herramienta para sabotear el proyecto.
Según expertos, López Obrador tiene dos caminos para lograrlo:
Uno, declarar Santa Lucía como un asunto de interés público, en línea con el Artículo 27 constitucional. Dos, declarar la obra como estratégica y de seguridad nacional.
Todo con la ley; nada por la fuerza, para callar a losadversarios de la 4T, empeñados en parar la obra.
“Un grupo de intereses creados, no podrán desquitarse por haber perdido negocios al abortar el aeropuerto en Texcoco; no puede detener el desarrollo del país”, advierte el presidente.
Sólo le faltó decir: ¡me canso ganso!
EL MONJE DESAMPARADO: Con el estrépito de un pianode cola derrumbado desde la azotea, la figura del amparo queda –políticamente– en la ruta del desamparo. La razón de ser del juicio de amparo, orgullo y aportación de la escuela jurídica mexicana decimonónica ahora resulta que no es reconocida como tal, cuando se usa contra los proyectos personales de un Jefe de Estado. Los huesos de los padres del amparo, Manuel Crescencio Rejón y Mariano Otero, crujen en sus tumbas.