Naciones Unidas (ONU) alertó de posibles ataques terroristas por parte del autodenominado Estado Islámico a finales del presente año.
En un informe basado en datos de inteligencia de todos los estados miembros, la ONU señaló que hay 30 mil combatientes extranjeros que aún podrían estar vivos y listos para la acción en todo el mundo.
El informe de 24 páginas, recogido por la agencia ANSA, analiza el riesgo de ataques por área geográfica pero sin indicar objetivos precisos.
En Europa, se estima que alrededor de 6 mil combatientes extranjeros se fueron a Siria e Irak, un tercio fue asesinado, mientras otro tercio permaneció en la región o huyó a otra parte.
Sin embargo, indicó que alrededor de 2 mil yihadistas han regresado a Europa y esto significa que la amenaza en el continente «sigue siendo alta».
Según expertos de Naciones Unidas, líderes del grupo yihadista intentan consolidar y crear las condiciones para un eventual resurgimiento del Estado Islámico en el corazón de Irak y Siria.
El panel de expertos señaló en un reporte al Consejo de Seguridad que el proceso se encuentra más avanzado en Irak, en donde se encuentran el líder de la agrupación Abu Bakr al-Baghdadi y la mayoría de sus oficiales de alto rango después de la caída del llamado «califato» que declaró en las dos naciones colindantes.
En Siria, donde el último bastión del grupo yihadista cayó en marzo pasado, el Estado Islámico expande su red encubierta y establece grupos pasivos a nivel provincial, tal como lo ha hecho en Irak desde 2017, señaló el reporte.
El Estado Islámico sigue siendo una amenaza global a pesar de haber perdido el vasto territorio que tenía en Siria e Irak, según sostuvieron funcionarios estadounidenses, tras advertir sobre la violencia persistente de las células clandestinas y la expansión de los militantes en nuevas áreas.
El Embajador James Jeffrey, enviado del Departamento de Estado a la coalición internacional que lucha contra el Estado Islámico, dijo que miles de combatientes de la organización extremista están dispersos por Siria e Irak, donde los funcionarios ven un «persistente, resistente y rural nivel de violencia terrorista».