Lo hizo en Some Be, película del mexicano Héctor M. Aguilar que, al igual que las más icónicas cintas de muertos vivientes, surgió más por un deseo de reflexionar en la sociedad que por hacer terror.
La historia sigue a Esteban (Sidney Robote), un hombre encerrado en la monotonía de trabajos sin sentido y encadenado por su miedo a convertirse en lo que sueña: un escritor.
«Despierta en medio de un apocalipsis zombi y se da cuenta de que no valió la pena sacrificar sus sueños. Ahora es demasiado tarde.
«Más que de terror, y aunque hay gore, yo pondría esto como drama, por las reflexiones del personaje sobre postergar sus anhelos», explica Aguilar, vía telefónica.
Rodada en Cancún de manera independiente en apenas 13 días, Some Be contó con un presupuesto de apenas 7 mil dólares, los mismos de la exitosa, y muy marginal, cinta El Mariachi (1992), de Robert Rodriguez.
Aguilar vendió su carro y se endeudó hasta el cuello para reunir el capital, pero aun así quedó corto y multiplicó sus tareas en la producción.
Además, contó con el apoyo de 130 voluntarios, quienes se convirtieron en los monstruos que aparecen en pantalla.
«Los extras y algunas personas del equipo técnico ayudaron. Para tener sonido directo ya no me alcanzaba el dinero, entonces me aventé también la fotografía para poder tener (un sonidista)», aseguró.
Gabriela Ampudia, la diseñadora de producción, y un equipo de 10 artistas fueron los encargados de crear a los muertos vivientes.
«Como los zombis vienen de una enfermedad, queríamos el toque realista, así que estudiamos el proceso de descomposición de un cadáver. Queríamos que los zombis se vieran como una posibilidad real», comentó el realizador.
El de zombis es un cine poco explorado en México, pues en el cine reciente apenas ha habido experimentos como Los Infectados (2011), Ladronas de Almas (2015) y Mexzombies (2019).
En los próximos meses, Some Be comenzará a presentarse en festivales cinematográficos.