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Mis mujeres

Publicado por
José Cárdenas

 

Colaboración de Carlos Ferreyra

De las mujeres que he conocido en mi vida, me quedo con tres, así de entrada: mi madre, mi hermana, mi esposa.

No se me ocurriría rendirles homenaje en día especial, ni recordarlas por una celebración inventada por no sé quién en no sé dónde. Claro, se mencionan las luchas por la igualdad en la Europa del Este, pero ni así encuentro razón por la que sea a partir de un suceso en Rusia, y no en otra parte y en fecha inclusive precedente.

Me parece ofensivo el festejo. Aunque pretenda lo contrario, la verdad es que destaca la brecha entre varones y hembras. Y aunque lo usual sea decir lo contrario, no siempre a favor de los hombres.

Que les pagan menos en los empleos, que tienen menos oportunidades de desarrollo, que están sometidas a presiones en el hogar y fuera del hogar, que son el sexo débil –aunque las condenadas viven una media  superior al de su pareja—, que son víctimas de agresiones callejeras, que… así y más.

Hoy encuentro mujeres más que admirables, envidiables. Imposible mencionarlas porque cometería un acto discriminatorio pero no resisto la tentación de recordar a María Teresa Priego, pluma envidiable, pensamiento lúcido, brillante, posición ética inamovible y grandota en lo físico, en lo hermosa y en lo intelectual.

Tengo más amigas igualmente apreciables, pero insisto en que intentar enlistarlas sería obra de romanos. Varias de ellas quedaron en los diarios donde trabajé, particularmente en “Milenio” y debo decir que ninguna de ellas fue menos que nadie, jamás se comparó con varón ni estableció competencia con sus compañeros.

Trabajaron de igual a igual, superaron a muchos de sus colegas y seguro estoy que no fueron vilipendiadas, agredidas y sí, claro, víctimas de bromas sanguinarias cuando nos sentíamos relegados o superados por la inteligencia de tales damas.

Paso a mi madre: María Elena Carrasco Sandoval. De Tacámbaro de Codallos, vecina de Amalia Solórzano de Cárdenas y de don José Rubén Romero. Hija del dueño de la Imprenta Carrasco, editó la primera obra poética del autor de Pito Pérez –de la que no hay un solo ejemplar—y publicó libros y el periódico local.

Mi hermana, Olga, química bióloga, dueña de un carácter fuerte que la llevó a chocar con la autoridad a la que doblegó exigiéndole que cumpliera con su deber.

Residente en Manzanillo, fue detenida por la policía mientras circulaba por el centro del pueblo. Le exigieron sus documentos a lo que ella reclamó que justificaran la petición. Le respondieron

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José Cárdenas