Gracias por asomarse a la ventana…
Llevamos 45 días complaciendo al presidente de Estados Unidos para contener la ola migrante, mayoritariamente centroamericana, con tal de exorcizar los demonios del castigo arancelario a nuestras exportaciones. Y aún falta otro tanto.
En mes y medio nos hemos convertido en la guardia fronteriza del vecino incómodo; en una suerte del muro anhelado por Trump.
En ese lapso, México ha detenido a 30 mil migrantes, la mayoría centroamericanos, que pretendían escapar de la crueldad en sus países; 22 mil han sido deportados.
Tales acciones rotundas le han valido a México la aprobación del examen impuesto por Trump, lo cual podría evitar, por ahora, un eventual acuerdo de “Tercer País Seguro”, según la Cancillería.
Mientras, la presión política y económica de Trump seguirá obligando al gobierno de López Obrador a echar mano de toda la maquinaria civil y militar contra aquellos que esperan obtener asilo en EU.
En los hechos, las condiciones impuestas por Estados Unidos nos aproximan precisamente a la figura de “Tercer País Seguro”, por mucho que el canciller Marcelo Ebrard lo niegue.
Se trata, a fin de cuentas, de operar una política de persecución contra migrantes, una política jaula, que sea del agrado americano para exorcizar a los demonios tarifarios que amenazan el comercio entre ambos países.
Pero la amenaza estadunidense sigue viva, y los aranceles podrían aplicarse en cualquier momento, y reventar la temblorosa economía mexicana, si el voluble Trump cambia de parecer, y nos reprueba, en caso de convenir a su afán reeleccionista.
Esta historia continuará…