«La droga normalmente la adhieren a las proas de los barcos en algún puerto de Centroamérica y, posteriormente, miembros de las mismas organizaciones criminales tienen a buzos dentro quienes van en barcas y barcos pesqueros dentro de las zonas restringidas de la navegación de los puertos y recuperan la droga», detalló Ávila-Zúñiga Nordfjeld.
Estos buzos ingresan a la zona de fondeo y los canales de navegación de los puertos de México para recuperar los paquetes, los cuales vienen dentro de cilindros metálicos atornillados o amarrados en la parte inferior de los barcos.
La droga que ingresa al País de esta forma es la cocaína, mientras que los precursores para la producción de metanfetaminas normalmente vienen en contenedores de carga desde puertos asiáticos.
En una investigación de la Universidad Marítima Mundial de Malmo, Suecia, en la que también participó el doctor Dimitrios Dalaklis, la académica mexicana recomendó a las autoridades la adquisición de drones submarinos para la inspección del casco de los buques, ya que es más barato y menos riesgoso que el uso de buzos de la Marina.
«Muchos podrán pensar que la droga también está pasando por corrupción y de más, sin embargo, también es importante resaltar la falta de equipo de las autoridades».
Según datos oficiales, de enero a junio de 2018, la Secretaría de Marina aseguró mil toneladas de marihuana, 3 mil 267 kilos de cocaína, 35 embarcaciones y 128 armas en el País.
Las instalaciones petroleras del Golfo de México, frente a las costas de Campeche, son también vulnerables a las organizaciones criminales involucradas en el robo de hidrocarburos.
Ávila-Zúñiga detalló que mientras en 2016 hubo más de 30 ataques en estos lugares, de 2017 a la fecha la cifra incrementó a más de 300.
«Las plataformas han reportado robo de instrumentación de cierre de pozos, tubería, cableado, cables de luces de situación, bancos de baterías, material contra incendio y equipo del puente», indicó.
También se han llevado hidrantes, gabinetes y baterías del sistema energizado de las válvulas de diafragma, así como consolas de control de carga Baker.
El material robado es útil para la apertura de tomas clandestinas de hidrocarburo en tierra.
«El robo de las consolas Baker normalmente requiere que se pare y cierre la producción del pozo en las plataformas, por lo que podría deducirse que para efectos de dicha acción se requirió de cooperación por parte de personal calificado a bordo de la plataforma», advirtió.
El robo de estas consolas -con un alto valor en el mercado- impide a Pemex conocer con certeza la cantidad de toneladas cargadas en los barcos, por lo que las pérdidas para la petrolera pueden ser significativas.