Fue un innovador, un artista diferente, creador de un estilo. Nadie canta cómo él lo hacía y no hay bailarín que pueda igualar su moonwalk (caminata lunar), pero sus bajos instintos lo llevaron a cometer los actos más repugnantes. No fue la justicia divina quien se cobró su vida, sino sus propias adicciones: murió hace diez años, a los 50, por una sobredosis del poderoso sedante Propofol. Michael no se inducía al sueño, él se anestesiaba.
Había nacido un 29 de agosto en Gary, Indiana, en una familia donde la música era el centro. A los seis años empezó a cantar y a los doce era el niño prodigio de los Jackson Five, el grupo que compartía con cuatro de sus hermanos. Él siempre dejó entrever en cada entrevista que lo invadía un gran vacío en su corazón, con los años tuvo sus hijos, hasta se casó en más de una oportunidad, pero esa oscuridad interior estaba ahí, latente.
Mientras tanto, los escenarios lo amaban. Michael Jackson se convirtió en un ícono a fuerza de talento y un marketing personal que no se había visto hasta su llegada al negocio de la música. Cada videoclip, cada canción, cada tapa de sus discos causaba sensación por su calidad e innovación. Diez años después, el material del menor de los Jackson sigue sorprendiendo.
Habían pasado ocho años de la salida de «Invincible», su último trabajo, y la empresa británica poseedora del gran estadio O2 lo apoyaba económicamente, pero le pedía una prueba física para conseguir el seguro por los shows. El ejercicio duró cinco horas de actividad y salió ileso, pero su máquina interior ya estaba dañada. Nunca llegó a estrenar el espectáculo y This is it se lanzó como un documental con imágenes de backstage tomadas entre marzo y junio del año de su muerte. Ese fue su acto final.
En el grupo que compartía con sus hermanos Jackie, Tito, Jermaine y Marlon, Michael siempre llamó la atención. Jackson Five fue el comienzo de una carrera meteórica en la que terminó siendo solista. Fue en 1982, con «Thriller», que llegaron para él solo los récords en ventas. Producido por Quincy Jones, este disco, que llevó ocho meses de trabajo, suma tantos hits como anécdotas.
Dirigido por John Landis, el video de «Thriller» rompió todos los moldes. En un corto de casi 14 minutos contaba una historia de amor y horror, típica estadounidense. Jackson, de por entonces 24 años, caminaba de la mano de su chica hasta que se convertía en hombre lobo. La coreografía sigue siendo imitada hasta el día de hoy y fue un clásico durante años del «Camino al Oscar» de Feliz Domingo, el programa para jóvenes conducido por Silvio Soldán.
Billie Jean es un capítulo aparte. Aunque Michael Jackson aseguraba que ese nombre era inventado, en algunas de sus biografías salió a la luz que no era cualquier fanática. Aparentemente, habría existido una admiradora que en 1981 le envió una carta a Michael diciéndole que él era el padre de su hijo. Siguieron otras cartas hasta que a la correspondencia se sumó una foto de graduación de la joven y un arma. Billie Jean pretendía que el cantante se quitara la vida a la misma hora que ella mataría al bebé. El artista se asustó, informó a las autoridades y fin de la historia. La mujer habría terminado en un hospital psiquiátrico y la canción convertida en un hit.
Con «The Girl is Mine», Michael y el ex beatle Paul McCartney sellaron su amistad. Dicen que la escribieron juntos viendo dibujitos animados y en su biografía, Moonwalk (1988), Michael Jackson cuenta que quería devolverle la gentileza a Paul, que ya había colaborado con él en «Girlfriend» (de Off The Wall, 1979) y así compartir autoría en este nuevo tema para «Thriller».
Esa canción fue el primer corte del disco, mientras la amistad estaba en su mejor momento. Pero unos meses después de grabarla, murió John Lennon. Paul McCartney comenzó con el reclamo por los derechos de las canciones de los Beatles, que en ese momento pertenecían a la compañía ATV Music. Paul no tenía el dinero para hacer la transacción, pero Michael sí, y después de visitar al legendario bajista en Gran Bretaña y enterarse de la historia compró los derechos de los Beatles por casi 50 millones de dólares. Paul nunca se lo perdonó y la amistad se rompió para siempre.
Aunque no estaba claro si él quería ser blanco o sufría de vitiligo, Michael Jackson marcó un antes y un después con «Black or White», de su disco Dangerous (1991). No solo con el mensaje sino también con la tecnología utilizada. Con su pequeño amigo Macaulay Culkin (una relación que siempre estuvo en tela de juicio por la diferencia de edad) como actor invitado y una serie de caras que cambiaban de blanco a negro y de negro a amarillo como por arte de magia, el clip le dio la bienvenida a un época en que la tecnología y el arte iban a ir de la mano.
La canción estaba escrita, compuesta y co-producida por Michael, sumado a las letras de rap de Bill Bottrell. Las ventas del single superaron su propia marca, desbancando a «Billie Jean» y llegó a ocupar los puestos número 1 en las lista de más de 20 países. En 1993, Michael fue protagonista del SuperBowl televisado más visto de la historia cuando cantó ese tema frente a miles de personas en vivo y otros tantos millones que lo seguían por la pantalla chica. El video de «Black or White» fue el primero en utilizar la técnica morphing y llegó a retransmitirse a nivel mundial por la cadena Fox con más de 500 millones de personas siendo testigos de su estreno.
Michael Jackson venció varios récords: protagonizó el funeral más visto en todo el mundo, llenó siete veces el estadio de Wembley, donó más de 50 millones de dólares a organizaciones benéficas, coleccionó 18 premios Grammy y fue el primer afroamericano en salir en la pantalla de MTV. Su final fue triste y polémico, su carrera brillante y distinta. El siglo XX le dio a Michael su espacio para mostrarse como artista.
Fuente: Infobae