Gracias por asomarse a la Ventana…

 

 

Debería darnos horror saber que el último mes de mayo ha sido el más violento desde 1997, cuando comenzaron a llevarse las estadísticas sangrientas…

Según cifras del Sistema Nacional de Seguridad Pública, el mes pasado sumó 2 mil 903 homicidios dolosos; van 14 mil 133 en 2019…

Pero esta terrible realidad esconde algo peor…

Nos toma sin sorpresa, nos suena a música conocida. La muerte violenta se ha convertido en parte de nuestra vida cotidiana, lo cual debería ser inadmisible…

Cuando el país está en llamas, nos preocupa más el seguro de vida que la vida; vamos de gane si la sangre nos salpica de lejos…

Todos los días revisamos la cosecha de violencia, y luego, alzamos los hombros. Nos hemos acostumbrado a vivir en la barbarie caníbal. Discutimos los numeritos sangrientos, no los hechos que revelan…

Por ejemplo, la evidente desarticulación de las garantías jurídicas para evitar negligencia y abuso entre autoridades policiales, desde que, en 2007, Felipe Calderón decretó la militarización de la seguridad pública. Cuando en aquel tiempo había 8 homicidios por cada cien mil habitantes ahora hay 25…

Calderón y Peña Nieto fracasaron. Sí. Pero también, hasta ahora, López Obrador ha fallado al no poder frenar tanta violencia, pero sí restar capacidad a los gobiernos locales para mantener la paz en sus espacios mientras las fuerzas federales, incluida la nueva Guardia Nacional, deambulan como gallinas sin cabeza, más ocupadas en atajar a migrantes indeseables…

Culpar al pasado cuando la gente muere en el presente, no sirve… Apostar al futuro como si todo fuera jugar a los “volados”, sirve mucho menos…