El director de cine y aclamado escenógrafo italiano Franco Zeffirelli falleció hoy en Roma a los 96 años y deja películas como «Té con Mussolini», «Romeo y Julieta» y puestas en escena en los mayores teatros de ópera del mundo en las que destacó siempre su búsqueda de la belleza.
La noticia fue anunciada por Dario Nardella, alcalde de Florencia, ciudad natal de Zeffirelli, que lo calificó como «uno de los grandes hombres de la cultura mundial».
El pasado 6 de abril, la presidenta del Senado italiano, Elisabetta Alberti Casellati, al entregarle el premio «Genio y excelencia italiana» destacaba que «hizo de la belleza su lenguaje».
A pesar de la edad y de estar postrado en una silla de ruedas desde hace algunos años, Zefirelli no dejó de trabajar y el 21 de junio se iba a materializar uno de sus sueños, cultivado en los últimos diez años, el de la puesta en escena para de una nueva «Traviata» que inaugurará la temporada del Festival lírico de la Arena de Verona.
Zeffirelli fue el «Miguel Ángel» de las artes escénicas, triunfando tanto en el cine, como en sus montajes para el teatro y la opera e incluso como creador del vestuario. Barrocos, excesivos, sorprendentes y muy solicitados en los teatros de todo el mundo.
Será enterrado en el cementerio de «Porte Sante» de Florencia, su ciudad natal, donde el próximo lunes también será abierta una capilla ardiente en el Palazzo Vecchio para que se le pueda rendir homenaje, aunque en un primer momento se había elegido Roma, la ciudad donde residió durante toda su carrera.
«Profunda conmoción por la desaparición del maestro Franco Zeffirelli. Embajador italiano del cine, del arte y de la belleza. Un gran director, escenógrafo y guionista. Un gran hombre de cultura», escribió en Twitter el presidente del Gobierno italiano, Giuseppe Conte.
Desde el Teatro de La Scala se recordó a Zeffirelli como un maestro que «ha dejado una señal inconfundible y personal en la historia del teatro musical, del cine y de la prosa».
Nació el 12 de febrero de 1923 en Florencia. A su padre solo le conoció después de la muerte de su madre, Adelaide Garosi, que apasionada de Mozart, quiso darle al niño el nombre del aria de Idomeneo (Zeffiretti), pero el funcionario del registro civil se equivocó y escribió Zeffirelli.
Su madre murió siendo niño y se crió entre mujeres. La niñera, Mary, que era inglesa le enseñó inglés y le inculcó la pasión por Shakespeare.
Sus primeros pasos en el cine los dio con Luchino Visconti a quien conoció durante unas pruebas para ser actor, pero rechazado por su fuerte acento toscano, fue tomado en cuenta por el cineasta por los maravillosos dibujos que llevaba en una carpeta.
Así, se convirtió en ayudante de dirección en tres películas de Visconti: «La terra trema» (1947), «Bellissima» (1951) y «Senso» (1952), y de aquí nació su pasión por el séptimo arte.
Su educación en el amor de la ópera y de la obra de Schakespeare le empujó a llevar a cine a clásicos de la lírica como «La boheme» (escenificación de la ópera de Puccini, en 1965); las obras del autor inglés «La fierecilla domada» con Richard Burton y Elizabeth Taylor 1966 y «Romeo y Julieta» con Michael York y Laurence Olivier (1968) y «Hamlet» (1990), con Mel Gibson, Glenn Close y Helena Bonham Carter.
Otras de sus obras fueron el filme sobre San Francisco «Hermano Sol, hermana Luna» (1971), «Campeón» con Jon Voight, Faye Dunaway y Nicky Schrodeer (1978); «Amor sin fin» con Broke Shields (1981) y «Té con Mussolini» (1999), en la que relata su infancia.
En 1966 realizó «Per Firenze (por Florencia), un documental sobre la inundación de la ciudad en el que participó Richard Burton.
En sus últimos años se dedicó sobre todo a las grandiosas producciones de óperas en los principales teatros líricos de Austria, Alemania, Inglaterra y Estados Unidos, además de los dos principales coliseos italianos, La Scala y la Opera de Roma y en la Arena de Verona.
Para la televisión realizó «Jesús de Nazaret» (1977), en varios episodios rodados en Marruecos y Túnez, y que contó con la aprobación de la Iglesia y el rechazo del Partido Comunista italiano; «Días de destrucción» (1966), y «Fidelio» (1970) y la «Misa Solemnis» (1971), de Beethoven.
Mantuvo una gran amistad que con la soprano María Callas a quién la dedicó la película «Callas for ever» (2002) y que confesó fue la única mujer de la que estuvo enamorado.
Declarado «homosexual», relató en una biografía publicada cuando tenía 83 años su gran amor por Visconti.
Fue elegido senador en 1994 con el partido de Silvio Berlusconi, Forza Italia, y se confesaba conservador por «desesperación anticomunista».
Quizá Zeffirelli fue más amado fuera de su país e incluso la reina Isabel II le concedió el título de «sir» (caballero), pero siempre se echó en falta el Óscar al que fue nominado dos veces, como director por «Romeo y Julieta» y como escenógrafo para «La Traviata», o uno a toda su carrera.
Fuente: Excélsior