Marco Antonio Sánchez Flores, estudiante de la Prepa 8 de la UNAM, quien desapareció en enero de 2018, tras ser detenido por policías capitalinos por presuntamente robar un celular, confiesa que durante el tiempo que estuve ausente distintos oficiales lo golpearon cuatro veces.
A un año y medio de los hechos, el joven de 18 años, cuenta que estuvo rodeado por varios policías en casi todo momento; desde su arresto, los días que estuvo deambulando por la Ciudad de México y antes de ser encontrado, en el municipio de Melchor Ocampo, Estado de México.
En su primera entrevista tras estos hechos, Marco Antonio contó al diario El País, que estuvo al menos tres veces en distintas patrullas antes de ser entregado a sus padres, pues cuando ocurrió la detención y sus desaparición el tenía 17 años.
«¿Dónde estaba? No sé. ¿Qué estaba haciendo? Caminando y conociendo lo más bajo de la ciudad y de las personas. Yo no escogí que me subieran a una patrulla, no escogí que me desaparecieran… No dependió de mí».
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Todo comenzó el 23 de enero de 2018, cuando junto a un amigo decidió ir al Museo Soumaya. Sin embargo, los policías que lo detuvieron aseguraron que una persona los acusó de robarles su celular y fue cuando en la estación del Metrobús El Rosario, los arrestaron.
La primera agresión
En la estación de ese transporte fue cuando Marco gritó que lo querían robar y un policía le dijo que se callara que «no hiciera las cosas más grandes de lo que eran» pues «había hecho algo malo».
«Me pegaron primero en el hombro, yo le solté una patada a uno y le bajé la visera del casco, después me dieron un cabezazo», narra.
Tras ser arrestado y subido a una patrulla, dijo que «les estuvieron dando vueltas». De acuerdo con el diario español, Marco aseguró que luego de ser detenido llegó otra patrulla y cerca de seis policías comenzaron a decidir si lo dejaban ir o lo llevaban al Ministerio Público.
Posteriormente lo bajaron y caminó hasta el Colegio de Ciencias y Humanidades Azcapotzalco.
«Ya no tenía nada: llaves, dinero, teléfono, me lo quitaron todo», afirma.
La segunda golpiza
El joven cuenta que fue liberado por los primeros policías, y que dos días después fue golpeado en la nariz por otro uniformados, quienes le dijeron que corriera «antes de que pase algo peor.»
«Fue en una avenida poco transitada, se acercaron y me dijeron: ‘A ver, hijo de tu puta madre, ¿qué estás haciendo? ¿qué escondes?»
«Me soltaron un golpe en la nariz y me dijeron: ‘¿Sabes correr?’ y yo les dije que sí. ‘Pues corre antes de que pase algo peor’. Me eché a correr»
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«Ya no sentía la cara»
Al ser liberado comenzó a deambular por calles del límite entre la Ciudad de México y el Estado de México, y fue entonces cuando ocurrió la tercera agresión.
Al intentar meterse a un edificio de oficinas que estaba en alquiler fue golpeado. «Volvió a llegar la Policía, para ese entonces ya ni sentía la cara, hacía mucho frío», relata.
La última agresión
La cuarta golpiza, dice Marco a El País, fue antes de ser llevado a un juzgado en el municipio de Tlalnepantla, Estado de México, donde fue captado por las cámaras de seguridad un día antes de ser encontrado.
Le pegaron en las costillas, donde tenía una herida. De cuerdo con la versión de Marco Antonio, fue encontrado en un puente peatonal y personas que pasaban por ahí temían que se suicidara.
«No me dijeron nada, no me pidieron mis huellas ni mi nombre y así como entré, salí», asegura.
1 comentario
Lo que dice no es congruente, lo que yo imagino, es que andaba drogado y malandreando, probo una nueva sustancia, alguna metanfetamina, y perdio el control, los policias no te andan molestando ni golpeando, si no estas haciendo alguna falta, con esto no quiero decir que los policias sean una «santa palomita» o que lleven sus protocolos de actuacion al pie de la letra