Economía

Latinoamérica y su eterno andar entre los ciclos (neo)populistas y (neo)liberales: Gabriel Casillas

Publicado por
José Cárdenas

Gabriel Casillas

 

Un pasado de colonización europea, una lengua proveniente del latín y una geografía continental compartida, hermana a las naciones Latinoamericanas. En este sentido, la crisis de la deuda en los ochenta, así como la utilización de materias primas como principal motor de crecimiento económico puso de manifiesto cierta homogeneidad de este bloque. No obstante lo anterior, los ciclos geopolíticos y económicos que observan entre sí hoy en día no guardan una alta correlación contemporánea. Por un lado, la ola ‘neoliberal’ -que proponía la disminución del tamaño del estado y un mayor desarrollo de mercados competitivos, incluyendo apertura comercial-, llegó en los ochentas a Chile y México y durante los noventa para todos los demás. Por otro lado, la interrupción total o parcial de este tipo de políticas llegó en momentos distintos también: Venezuela (1999), Brasil (2003), Argentina (2003), Bolivia (2005), Honduras (2006) y Ecuador (2007), por mencionar a algunos. La diferencia de las fechas en que ocurrieron esos eventos, así como las circunstancias propias de cada país han incidido significativamente en que cada país latinoamericano tenga una dinámica económica y política muy distinta a la de los demás.

Ciclo liberal. A pesar de estas diferencias, el común denominador de los países latinoamericanos hoy en día es que la mayoría han podido observar un periodo de estabilidad suficiente, tal que se han percibido los beneficios de las reformas estructurales (de lado de la oferta), en línea con la profundidad y velocidad con las que las han instrumentado. Desafortunadamente, en ninguno de los casos se ha podido observar que estos beneficios sean percibidos por la mayoría de la población. Así, Latinoamérica continúa experimentando los ciclos geopolíticos en donde el control de precios, la regulación de mercados, el control de recursos naturales, así como los subsidios y apoyos directos reaparecen intermitentemente, ya sea de manera parcial o total en los programas políticos que se le presentan a la población. Los candidatos que prometen este tipo de políticas populistas, apelando a la nostalgia de un pasado con mayor igualdad y haciendo uso del sentido común no documentado, ganan elecciones.

Ciclo populista. Así empieza un nuevo ciclo político y económico en donde tres características han estado presentes casi en su mayoría: (1) Se percibe una mejoría en la igualdad, sobre todo si el gobierno instrumenta políticas que afecten lo menos posible a la inversión privada y se envía un mensaje articulado, unificado y consistente en este sentido; (2) se elevan los niveles de corrupción, a pesar de que esto pareciera que no es posible. En mi opinión, esto ocurre porque en el nombre de la ‘lucha por la igualdad’, en muchas ocasiones los gobiernos no adoptan las mejores prácticas para mitigar la corrupción o simplemente se vuelven permisivos con la corrupción (i.e. no la castigan); y (3) desafortunadamente este ciclo termina cuando la producción de materias primas se agota, los precios de éstas caen o el ciclo económico local o global ya no permiten instrumentar políticas alejadas de la realidad económica.

De vuelta al ciclo liberal. Estos ciclos suelen terminar en crisis, en donde dependiendo si coinciden con los ciclos electorales, se abre la oportunidad a los no populistas de retomar el poder. Desafortunadamente las medidas para corregir los desbalances generados en el ciclo populista son muy poco populares. Esto se puede exacerbar si el retroceso económico, social y en muchas ocasiones institucional, es mayor de lo que se había podido avanzar en el ciclo liberal anterior. Así, si en esta nueva oportunidad no se puede lograr que la mayoría de la población perciba los beneficios -lo cual tiene alta probabilidad-, se vuelve a caer en el ciclo populista y así continúa el eterno andar entre políticas que ‘gustan’ a la mayoría de la población, pero que se alejan de la realidad económica (populistas) y las que van acorde con la realidad económica del ser humano (liberales), pero cuya instrumentación ‘no gusta’ a la mayoría de la población y que desafortunadamente, por una u otra cosa, no es fácil que los beneficios sean percibidos por la mayoría de la población.

¿Por qué no se logra que la mayoría de la población perciba los beneficios de las políticas liberales? Esto no solo ocurre en Latinoamérica, ni en otros países emergentes, sino también en las economías avanzadas (e.g. EU, Eurozona). Entonces ¿Qué han hecho las economías avanzadas para lograrlo? Considero que hay tres diferencias: (1) Los niveles de pobreza -y todo lo que conlleva en términos de problemas de salud pública, educación, etc-, en las economías avanzadas son mucho menores que en los emergentes (i.e. la mayoría de la población puede esperar más a que ‘lleguen’ esos beneficios de largo plazo); (2) las economías avanzadas cuentan con un estado de derecho mucho más fuerte que en los emergentes, dejando un terreno legal mucho más parejo para toda la población y mitigando la impunidad y por lo tanto la corrupción; y (3) las economías avanzadas tienen el poder de emitir moneda de reserva (e.g. dólares, euros, libras, yenes), lo cual les ha dado mayor espacio de instrumentación de políticas de suavización del ciclo económico (fiscal y monetaria).

Twitter: @G_Casillas

* El autor es director general adjunto de Análisis Económico y Relación con Inversionistas de Grupo Financiero Banorte y presidente del Comité Nacional de Estudios Económicos del IMEF.

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José Cárdenas