La Reserva Federal sigue “muy de cerca” las implicaciones que la escalada de la tensión comercial puede tener en la economía de Estados Unidos. “No sabemos cómo ni cuándo se resolverá”, advirtió el presidente del banco central estadounidense, Jerome Powell, este martes, la víspera de la cumbre entre México y EE UU para tratar de desactivar la amenaza de Donald Trump de un arancel creciente si su vecino del sur no toma más medidas contra la inmigración. Pero el jefe de la Fed sí quiso dejar claro ante la incertidumbre creciente que “actuará de manera apropiada para sostener” la expansión.
El temor, como refleja desde hace varias semanas el mercado de bonos y Wall Street, es que la guerra arancelaria con China, que Trump amenaza con extender a México, pueda frenar el crecimiento y llegar hasta el extremo de provocar una recesión. La declaración de Powell fue breve, antes de pronunciar un discurso más amplio en una conferencia en Chicago.
Es, sin embargo, el reflejo más claro hasta la fecha de que el comercio es un riesgo. Powell tampoco hizo referencia a valorar si la política actual es apropiada ni repitió el mensaje de “paciencia” que hizo en otras declaraciones públicas. Si señaló que el tipo de interés actual está en un nivel neutral, que no incentiva ni lastra la economía. El tono, por tanto, muestra que se enfrenta a un dilema.
Lo expresan otros miembros. Charles Evans, presidente de la Fed de Chicago, asegura que la economía rinde con solidez aunque admite que la incertidumbre es “algo más alta por la discusión de los aranceles”. “El mercado anticipa algo que no vemos”, señala, para insistir en que prestan atención a esta dicotomía. La baja inflación, añade, da margen para reorientar la política si fuera necesario.
El frente comercial no es el único punto de incertidumbre para los inversores y las empresas, como señala Mary Daly desde la Fed de San Francisco. Cita la moderación del crecimiento en la economía global y el proceso de salida de Reino Unido de la Unión Europea. Pese a ello, considera también que la economía de EE UU está bien situada. “La política de paciencia es la adecuada”, opina.
Sí admite que lo que le deja intranquila es que haya una discrepancia entre los datos que llega de la economía y la percepción que tiene el mercado. Que la incertidumbre afecte a la confianza por el miedo a que se entre en una recesión, en su opinión, es el mayor riesgo ahora. Es lo que pasó en diciembre del pasado año, cuando se disparó la volatilidad pese a que los indicadores eran buenos.
James Bullard, de la Fed de St. Louis, no se encuentra tan cómodo como sus colegas y es más favorable a la laxitud. Los riesgos para la economía por el comercio y la debilidad de la inflación son motivos que podrían apoyar “pronto” la rebaja de tipos. Es algo que empieza a anticipar también Wall Street para final de año, pese a que el banco central indique que no habrá cambios.
Los tipos de interés están estancados entre el 2,25% y el 2,5% desde diciembre. La próxima reunión de la Fed está prevista para dentro de dos semanas. El presidente Donald Trump presiona también desde el verano a Jerome Powell para que rebaje el precio del dinero y reactive incluso la compra de deuda. Pero el republicano no atribuye la moderación del crecimiento a su estrategia comercial.
El vicepresidente de la Fed, Richard Clarida, ya dijo la semana pasada que solo se plantearán un recorte de tipos si los datos reflejan un cambio de tendencia que represente un riesgo real para el crecimiento, que resulte en una moderación mayor de la anticipada. “Estamos en sintonía con los riesgos potenciales para las perspectiva”, afirmó. El cambio de estrategia, por tanto, no parece inminente.
Fuente: El País