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Hotel Mumbai, entre la realidad y la fórmula del cine de acción

Publicado por
Héctor García

Como ejercicio de desarrollo de los puntos de tensión, no hay nada que reprocharle al hábil director australiano Anthony Maras -también responsable de The Palace (2011)-, a la hora en que retoma para la pantalla grande la serie de 12 ataques terroristas coordinados allá por octubre de 2008 -que dejaron un total de 173 muertos-, por un grupo de islamitas que puso en estado de sitio a la capital financiera de la India, en este caso concentrándose en las terroríficas 68 horas que los huéspedes y operadores del Hotel Taj Mahal Palace de la ciudad a la que hace referencia el título, permanecieron como rehenes e incluso tomaron la iniciativa en un intento de cambiar su situación.

Sin embargo, a pesar de las atmósferas asfixiantes, la excelente puesta en escena que no deja nada al azar y la intensidad del manejo emocional, la propuesta falla a la hora de mantener el valor cómo testimonio de la trama, reduciéndolo todo a un thriller convencional cuyos únicos alcances se quedan en el campo del entretenimiento. De nada sirven lo acertado de las inserciones del material de archivo y la atención en la reproducción del escenario histórico, pues al no contar con un discurso comprometido como trasfondo, bien conectado con su contexto; todo pasa al terreno el efectismo.

Claro que sorprende la precisión casi quirúrgica con que va apuntando las líneas arguméntales para irlas tejiendo en el momento oportuno, y se agradece que los protagonistas, a pesar de ser moldeados de a cuerdo a los arquetipos, no lleguen a los excesos que les convertirían en una especie de héroes de acción, lo mismo que los antagonistas presenten cierta progresión y matices, manteniendo así cierta verosimilitud con respecto a los hechos que le sirven como fuente de origen; pero al final se sacrifica demasiado en la búsqueda de la formula para poder amoldarla dentro de un género vendible y atractivo para el gran público.

Presentada en Festival Internacional de Cine de Toronto, y coproducida ente Australia, Estados Unidos e India, Hotel Mumbai: el Atentado resulta por demás emocionante, envolvente y orgánica, luce un acabado al detalle y prácticamente funciona como maquinaria de reloj, por lo que resulta una opción como experiencia cinematográfica para el público, pero es una lástima que lo que también pudo convertirle en una poderosa reflexión sobre la violencia ideológica, haya quedado como una mera anécdota.

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Héctor García