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Biden sale debilitado del segundo debate demócrata

Publicado por
Héctor García
Joe Biden, el candidato con un mayor apoyo del aparato del partido para representar a los demócratas en las elecciones presidenciales del 2020, ha salido del último de los debates que han realizado los candidatos bastante peor posicionado de lo que entró. De edad casi venerable, 76 años, y experiencia demostrada en la Casa Blanca en calidad de vicepresidente, Biden se presenta como el heredero de los valores con los que Barak Obama obtuvo la presidencia en el 2009. Es también la carta moderada con la que el establishment del partido pretende recuperar a parte de la clase media baja blanca que les abandonó y se pasó al bando republicano con Donald Trump.

Biden es también el candidato centrista entre una militancia demócrata que se siente tentada por el reformismo izquierdista que representan Bernie Sanders y Elisabeth Warren, partidarios ambos de una mayor intervención estatal en materias como los impuestos y la sanidad.

El aparato teme que la carta centrista de Biden choque en un partido que ha cambiado mucho

Y pese a todo ello, los candidatos que participaron en el debate, en especial Kamala Harris, convirtieron a Biden en el objetivo de sus críticas. La californiana, la única candidata negra, se mostró especialmente áspera en las críticas hacia Biden por su posicionamiento en los años más complejos del segregacionismo. “Vicepresidente Biden –llegó a decirle Harris– yo no creo que usted sea racista, y estoy de acuerdo cuando usted dice que hay que encontrar un terreno de juego común. Pero también creo, y eso es personal, que fue realmente doloroso escucharle a usted hablar de la reputación de dos senadores de los Estados Unidos que construyeron su reputación y su carrera con la segregación racial en este país” [en referencia a las amistades políticas de Biden en el pasado].

Frente a los que valoran los vínculos de Biden con votantes blancos republicanos en estados clave como Pennsylvania, Michigan y Wisconsin, así como las relaciones con votantes negros, otros muchos arguyen que el partido ha cambiado profundamente en los dos últimos años y medio.

La evidencia del cambio no está sólo en que Sanders y Warren apuesten por subir los impuestos a la clase media y ampliar el Medicare hasta estándares europeos. Está también en la agitación que han desplegado en los últimos tiempos las mujeres y otras minorías para hacerse con el control de un partido muy diverso. Pete Buttigieg, militar, alcalde y abiertamente homosexual, de 37 años, es uno de los representantes de las nuevas generaciones de líderes.

El aparato demócrata tiene motivos históricos de qué preocuparse. Sus apuestas no siempre han salido bien. En el 2004, John Kerry se estrelló ante Georg W. Bush. En el 2016, Hillary Clinton, que parecía caballo ganador en la contienda electoral, senadora, secretaria de Estado y antigua primera dama, registró una humillante derrota frente a Trump. También recuerdan que las elecciones del 2009 las ganó un relativamente joven Barak Obama (47 años) con una experiencia de sólo dos años como senador. Y que Bill Clinton accedió a la Casa Blanca en 1992 después de un discurso que ponía el énfasis en el cambio generacional.

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Héctor García