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Universidades de Morena quitan carrera a alumnos

Publicado por
Aletia Molina

Las historias académicas de cientos de estudiantes de las universidades creadas por el partido Morena en 2016 fueron borradas por la decisión del gobierno federal de sumar estas escuelas al Programa de Universidades para el Bienestar Benito Juárez (UBBJ).

Con independencia de la calidad educativa, entre los afectados hay jóvenes con tres años en sus carreras e incluso planeaban ya el proceso de titulación. Este golpe, articulado por Raquel Sosa, coordinadora de UBBJ y quien, de manera paradójica también encabezó el programa de los colegios morenistas, les canceló la posibilidad de lograr un mejor nivel de vida y desdeñó los sacrificios personales, familiares y económicos durante su estancia.

Aunque el problema tiene alcance nacional, porque el partido del hoy presidente de la República inauguró 19 carreras en siete entidades del país (CDMX, Estado de México, Veracruz, Campeche, Tabasco, Yucatán y Oaxaca), los atropellos se han concentrado en la Escuela Normal José Santos Valdés de Xochimilco y en la Escuela de Ingeniería Heberto Castillo, en Tláhuac.

En los últimos meses, Raquel Sosa resolvió cancelar los semestres, dar de baja a los profesores, tomar las instalaciones y forzar a los alumnos a iniciar de nuevo una carrera, incluso distinta a la cursada.

En el caso de la Normal, sustituyó los estudios de enseñanza en educación primaria, en proceso del reconocimiento obligatorio ante la Secretaría de Educación Pública, por una licenciatura en educación básica avalada por el Centro de Cooperación Regional para la Educación de Adultos en América Latina y El Caribe (CREFAL), organismo mundial usado ahora para respaldar las universidades Benito Juárez y el cual fue creado en 1960 para fomentar la cooperación en materia educativa y formar personal en los campos de la investigación y docencia.

Sin embargo, el inciso III del artículo 3 constitucional no contempla la intervención de una instancia internacional en este rubro y otorga al Ejecutivo Federal la facultad exclusiva de “determinar los planes y programas de estudio de la educación normal para toda la República”.

Al menos 123 alumnos, de segundo, cuarto y sexto semestre, fueron perjudicados, además de otros 110 aspirantes.

En el caso del plantel Heberto Castillo, se suprimieron sin explicación, las carreras de ingeniería civil e ingeniería en computación para dar paso a ingeniería en electromecánica.

Más de 60 jóvenes —también de segundo, cuarto y sexto semestre— quedaron a la deriva.

La mayoría son chicos de escasos recursos, habitantes de zonas marginadas, con nulas opciones educativas y antecedentes de abandono… Hoy, muchos de ellos abortaron ya la idea de estudiar.

“Nos sentimos utilizados, como objetos tirados a la basura, sólo fuimos un botín político de Morena, ¿qué garantía hay de que no pasará lo mismo con las universidades del bienestar?”, cuestiona Mario Campoy, quien estaba en cuarto semestre de la carrera de ingeniería en computación en la escuela de ingeniería Heberto Castillo, abierta en la alcaldía de Tláhuac.

Cuando ingresó a ese colegio, hace dos años —por recomendación de un maestro—, Mario pidió un préstamo y abrió un pequeño negocio de accesorios para caballero, en el municipio de Chalco. Su madre no podía pagarle gastos. Él decidió vender carteras, cinturones y lentes, entre otras cosas, con la idea de sufragar pasajes, útiles y comida. “Tenía el sueño de ser ingeniero y vivir de una manera distinta”, dice.

Pagó la deuda, aunque por las exigencias escolares, los desembolsos fueron mayores a las ganancias y el puesto se fue a pique. Ahora está desempleado, con la única esperanza de emprender otro negocio con amigos.

“Tuve que usar todas las ganancias en la escuela. De ahí saqué para los pasajes: una hora y cuarto de Chalco a Xochimilco, libros, copias, comida, había días en que sólo tenía para bolillos… Y me quedé sin nada. ¿Por qué Sosa y el nuevo gobierno no piensa en todo lo que perdimos?”.

—¿Qué les argumentaron?

—Nunca hubo un anuncio oficial. Tuvimos que estar ­correteando a la gente para enterarnos que nuestra escuela iba a ser absorbida por el nuevo programa de universidades y la carrera desaparecía, la quitaron de la página y pusieron otra, si queríamos seguir era desde cero y bajo sus condiciones.

—¿Y no te interesó?

—Estoy decepcionado, porque jugaron con nosotros. Mi prioridad ahora es salir del apuro económico; además, traen un desastre… Por pura curiosidad  fui a preguntar hace unos días de qué se trataba el proyecto: la nueva coordinadora, que se llama Pilar, dijo que no había dinero ni para papel de baño, mucho menos para becas y profesores. Están en pañales, ya no quiero más chascos.

Marisol Martínez, una joven madre treintañera, vio en la docencia el camino para sacar a flote a su familia, por eso se inscribió en la Normal José Santos Valdés, donde estudiaba el tercer año.

“Tengo dos hijos de 17 y 14 años. Son tremendos los gastos con chamacos en edad estudiantil, pero aun así me aventé. A veces nos quedábamos sin un centavo, y mis hijos me apoyaban vendiendo dulces. Yo combinaba los estudios con trabajos de belleza: uñas, peinados, cortes, maquillajes, tintes. No me daba tiempo de estar en un lugar fijo, por eso ofrecía mis servicios a familiares, amigos y vecinos. Fue mucho el esfuerzo, y ahora salen con esto”, cuenta.

Su voz denota aflicción… “Siento que necesito ayuda psicológica. Ya estábamos en la recta final y nos barrieron. Algunos ya nos preparábamos para el proyecto de tesis y titulación, era emocionante ver tan cerca la meta. Habíamos tenido problemas con el reconocimiento de SEP, por cuestiones políticas, pero pensamos que ganando López Obrador todo se arreglaría y resultó al revés. Ahora no nos quieren ni dar nuestros documentos”.

—¿Quién los tiene?

—Están en la escuela, pero no la quieren abrir. Se los hemos pedido a Raquel Sosa y a Gabriela Vázquez, una de sus colaboradoras, pero se niegan. Los necesitamos para seguir por nuestra cuenta la lucha por el reconocimiento de SEP, donde ha habido apertura.

—¿Cuál es el fondo de la retención de documentos?

—Lo hemos platicado y concluimos que Sosa, para tener una nueva escuela, debe tener alumnos. Sin consultarnos, están utilizando nuestros documentos para la universidad del bienestar y, para recuperarlos, quieren que nos demos de baja de una universidad a la que jamás nos hemos inscrito y rechazar una beca que nunca hemos recibido. Nos quieren volver a usar…

A diferencia de los de ingeniería, los estudiantes de la Normal han recibido el apoyo de la mayoría de sus profesores. En conjunto, han deambulado en busca de un lugar para continuar las clases y salvar el semestre, a la espera de buenas noticias. Uno de ellos es el maestro Aldo Alonso:

“Sosa nunca ha pensado en los muchachos, que provienen de sectores vulnerables, rezago educativo, marginación económica y académica. Madres solteras, violentadas, corridas de sus casas, alumnos con alto grado de indefensión, y que ahora están teniendo problemas emocionales, de depresión”.

—¿Qué les ha dicho Sosa?

—Primero salió con que era tiempo de transición. Luego comenzó a echar el rollo de Crefal, que según era un organismo de alto reconocimiento internacional, fundado por Jaime Torres Bodet y con programas superiores a los de SEP. Hace dos semanas, en una cita en Palacio Nacional, llegó a inventar que la escuela tenía malos manejos económicos y se requería una auditoría. Si ella siempre ha tenido el poder, ¿por qué no la hizo antes? Puras mentiras…

—¿Y se manejaba mucho dinero en la escuela?

—Cuando mucho llegaba al medio millón de pesos al mes: 120 mil pesos de renta, servicios, salarios de maestros y papelería, y alcanzaba para dar una beca simbólica a estudiantes de buen promedio, de entre 700 y 900 pesos.

Según Alonso, la licenciatura en educación básica propuesta por Sosa no será una normal genuina:

“No está regida por el Estado ni por el artículo tercero constitucional, y tampoco se ajusta al programa de SEP. El programa de las universidades Benito Juárez contempla cinco normales: Xochimilco, Mexe, Valladolid, Tacámbaro y Veracruz, y serán patito, porque una instancia internacional como el Crefal carece de jurisdicción en este ámbito.

—¿Cuál es la solución que SEP les está dando?

—Nos hemos reunido con Luciano Concheiro, Subsecretario de Educación Superior y Mario Chávez, Director General de Educación Superior para Profesionales de la Educación, han apoyado la idea de incorporarnos como normal. La SEP daría reconocimiento y el techo financiero y el inmueble sería proporcionado por la Secretaría de Educación, Ciencia e Innovación de la CDMX, pero Sosa pone trabas. Ella nunca ha sido exhibida como el monstruo que es, porque estas mismas tropelías las hizo cuando fundó las Universidades Autónomas de la CDMX, cuando AMLO fue jefe de gobierno: hizo que alumnos de tercer semestre se regresaran al primero, ¿por qué el Presidente le delega esta responsabilidad?…

Fuente: Crónica

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Aletia Molina