La crisis del Brexit, que ya carga consecuencias económicas y políticas en Reino Unido, también es factor de un golpe ideológico que amenaza a los dos principales partidos que se han turnado el poder, bajo el título del gobierno a nombre de la corona y “la muy leal oposición de su majestad”, respectivamente.
Durante años, estos dos roles no han pertenecido a nadie más que al Partido Conservador, de derecha, y al Partido Laborista, con ideales progresistas, hasta que los británicos comenzaron a desesperarse por una falta de consenso para sacar a Gran Bretaña del bloque europeo.
Las posturas de los partidos tradicionales sobre el Brexit están profundamente confrontadas: los laboristas acusan al Conservador de la primera ministra, Theresa May, de querer abandonar la UE con un pacto que cede parte de la soberanía británica a los comunitarios; sin embargo, a tres años de frustrados intentos para lograr un acuerdo, estas dos formaciones han tenido que buscar puntos en común para alcanzar una solución de emergencia, cuando un grupo de “puristas”, liderados por el nuevo Partido del Brexit les roba popularidad entre los británicos con la idea de un divorcio duro, con un pronunciado tinte euroescéptico.
El avance del Partido del Brexit se fortalece con el fracaso de las conversaciones entre gobierno y oposición. A casi un mes de negociaciones entre opuestos, no hay señal de solución en puerta.
“¿Hay alguna manera de salir de esto? Desde hace tiempo la batalla en Westminster (sede del Parlamento británico) ya no es entre euroescépticos y europeístas, sino entre pragmáticos y puristas”, reflexiona el diario español El Confidencial, en su edición de ayer.
En el caso remoto de que la premier y el líder de la oposición, Jeremy Corbyn, llegaran a un acuerdo, no se garantiza un avance para el Brexit, pues ahora los “puristas” tendrían la última palabra por la fortaleza que han ganado.
En las elecciones locales de la semana pasada, el voto conjunto de conservadores y laboristas no llegó al 56 por ciento. Tras el golpe a los partidos tradicionales en las urnas, ambas formaciones han retomado las conversaciones para intentar desbloquear la crisis. Pero no hay prácticamente ninguna opción que prospere.
La mayor crítica de Corbyn al Acuerdo de Retirada que May cerró el año pasado con Bruselas es que se trata de un pacto “ciego” que no esboza ningún tipo de compromiso sobre la futura relación del Reino Unido con la UE. En este sentido, la supuesta oferta que May se plantearía es dejar al país en una unión aduanera temporal hasta 2022, pero no es suficiente para los laboristas.
Todo indica que las conversaciones entre ambas formaciones colapsarán antes de que tengan lugar las elecciones europeas, donde el golpe para el bipartidismo se espera aún peor que en las elecciones locales. Según los últimos sondeos, el voto conjunto para ambas formaciones podría caer por debajo del 50 por ciento, situándose en alrededor de los 30 puntos.
Las encuestas vaticinan que el gran ganador será Nigel Farage, que tras abandonar el independentista UKIP se presenta con el Partido del Brexit, que podría alcanzar 30 por ciento de votos. Por su parte, el sufragio conjunto de los que piden un segundo referéndum (Liberal Demócrata, Change UK, Verdes y Nacionalistas Escoceses) podría estar al mismo nivel. El voto total se dividiría, por tanto, en tres: los que quieren Brexit duro, los que demandan un nuevo referéndum y los que siguen con los partidos tradicionales.
En cualquier caso, el círculo conservador consideraque son más factibles unas elecciones generales anticipadas. Aunque muchos tories se arriesgan a perder su escaño, ven prácticamente inevitable unos comicios en caso de que finalmente cambien de líder. Y la salida de May se va a producir tarde o temprano.
Fuente: La Razón