Nicolás Maduro lleva meses tratando de reducir la presión internacional y desdibujar los apoyos a Juan Guaidó, reconocido como presidente interino por más de 50 países. El mandatario venezolano lanzó este lunes, cuando se cumple un año de las elecciones presidenciales que ganó con una abstención histórica y sin la participación de la mayoría de los partidos opositores, una propuesta que ya había sugerido varias veces y con la que busca un balón de oxígeno. Se trataría de adelantar las elecciones legislativas, previstas para diciembre de 2020, y medirse con sus rivales que en cambio exigen su salida del poder.
«Vamos a medirnos, vamos a elecciones adelantadas a la Asamblea Nacional […] para ver quién gana», dijo. «Vamos a legitimar la única institución que no se ha legitimado en los últimos cinco años». El desafío del sucesor de Hugo Chávez, sin embargo, se produce en un contexto repleto de anomalías. En primer lugar, Maduro está ofreciendo renovar antes de tiempo la única institución que está controlada por la oposición, el único contrapoder de Venezuela. La justicia chavista despojó al legislativo de sus competencias hace dos años. El Parlamento está declarado en desacato y, aunque sigue reuniéndose semanalmente, sus decisiones chocan frontalmente con las del Gobierno. De hecho, el dirigente bolivariano convocó en julio de 2017 la votación de una Asamblea Nacional Constituyente (ANC), rechazada por las fuerzas críticas con el oficialismo. Este órgano también funciona y actúa como extensión del Ejecutivo.
En segundo lugar, la propuesta se inserta en los contactos mantenidos en las últimas semanas con distintas instancias internacionales para lograr una salida a esta grave crisis institucional. Delegados del Gobierno y la oposición viajaron a Oslo para sondear la posibilidad de una mediación de Noruega, país con una larga tradición en resolución de conflictos. Al mismo tiempo, una misión del llamado grupo de contacto de la Unión Europea visitó Caracas y se reunió con las partes para explorar un camino electoral. «Hemos podido apreciar fundamentalmente una predisposición de todas las partes a participar en un diálogo que conduzca a esa solución a través de un acontecimiento electoral», dijo el sábado en un encuentro con corresponsales Juan Pablo de Laiglesia, secretario de Estado español de Cooperación Internacional y para Iberoamérica y el Caribe.
Ese acontecimiento se limitaría de momento a unas elecciones legislativas. Guaidó, que considera ilegítimo el mandato que Maduro inició el pasado 10 de enero porque no reconoce como válidos los últimos comicios presidenciales, reclama el comienzo de un proceso que consta de tres pasos. El llamado «cese de la usurpación», es decir, una renuncia del mandatario; la formación de un Gobierno de transición; y finalmente la celebración de elecciones presidenciales, con la participación del chavismo aunque sin el actual mandatario, garantías y observación internacional independiente.
El presidente del Parlamento asegura estar dispuesto a escuchar todas las propuestas, pero también advierte de que la oposición no se dejará confundir. El principal respaldo a su plan llegó de Estados Unidos. El representante de Guaidó en Washington, Carlos Vecchio, se reunió este lunes con el Departamento de Estado y el Pentágono «para discutir», según anunció, «todos los aspectos de la crisis de Venezuela».
Fuente: El País