El último pulso entre las milicias palestinas e Israel terminó con otra tregua que, sin que ninguna parte la haya reconocido oficialmente, ha devuelto la calma después del peor pico de violencia desde 2014, que costó la vida en dos días de 25 palestinos y cuatro israelíes.
En el primer día de ayuno del mes sagrado del Ramadán, los gazatíes visitaran hoy los escombros de los bombardeos israelíes en una Franja en la que 75 unidades residenciales, varias oficinas de comunicación y prensa, una mezquita y diez oficinas gubernamentales quedaron destruidas y 420 edificios resultaron dañados, según la oficina de prensa de Hamás en el enclave.
El Ejército israelí alcanzó 350 objetivos que asegura, aunque varios fuera residenciales, pertenecían a los movimientos islamistas Hamás, que controla de facto Gaza, y la Yihad Islámica, o estaban siendo utilizados para esconder armas.
También golpeó centros de entrenamiento y de inteligencia de las milicias.
Los servicios de emergencia palestinos rescataron hoy los restos de un matrimonio gazatí de entre los escombros de un edificio y el Ministerio de Sanidad aumentó el número total de muertos a veinticinco, doce de ellos civiles entre ellos dos mujeres embarazadas y dos menores.
Israel mantiene que una de las mujeres encinta y la niña de 14 meses perdieron la vida por el disparo de un cohete de las milicias, versión que niegan los palestinos.
A media mañana, miles de gazatíes asistieron a los funerales de las últimas víctimas mortales en ser enterradas.
«Estamos cansados de esta situación: guerra, destrucción y muerte y, después, un acuerdo, lo que se ha repetido durante estos últimos doce años. Todo lo que quiero en esta vida es dignidad», declaró a Efe Abeer Hamdan, de 46 años y madre de cinco niños.
En Israel, el coste de este nuevo enfrentamiento ha dejado por primera vez desde 2014 civiles israelíes muertos, un total de cuatro que recibieron el impacto de alguno de los más de 690 cohetes que lanzaron en menos de 48 horas las milicias.
Sobre la 1.30 GMT del lunes se empezó a percibir el alto el fuego que ninguna de las partes reconoció abiertamente. Las sirenas antiaéreas dejaron de sonar en Israel y horas más tarde el Ejército israelí anunció el levantamiento de todas las restricciones de protección en las comunidades adyacentes a Gaza y el regreso a las escuelas.
La jornada transcurre con tranquilidad ante una tregua tácita, que figuras como el diputado Gideon Saar, del Likud – partido del primer ministro israelí – o el líder de la oposición y exjefe del Estado Mayor israelí, Benny Gantz, criticaron.
«Una nueva rendición al chantaje de Hamás y las organizaciones terroristas», dijo Gantz, quien anticipó que «si se renueva la violencia, la respuesta será severa», informó el diario Haaretz.
El jefe de Gobierno y titular de Defensa de Israel, Benjamín Netanyahu, advirtió por su parte que la operación no ha terminado.
«La campaña requiere paciencia y sagacidad. Estamos preparados para continuar. El objetivo ha sido y sigue siendo garantizar la paz y la seguridad de los residentes del sur», aclaró.
Para el profesor de ciencia política de la Universidad de al Azhar de Gaza, Mekhemer Abu Seda, esta violencia pretendía testar a Israel en su compromiso con el acuerdo de entendimiento que contemplaba el alivio del bloqueo sobre Gaza.
«El objetivo principal de la reciente escalada fue hacer que Israel se comprometiera con los acuerdos de calma que se alcanzaron antes de celebrar las elecciones israelíes», apuntó.
Israel rebajó la semana pasada la zona de pesca, que había ampliado por primera vez a 15 millas en abril, tras el lanzamiento de un proyectil el pasado martes que cayó el mar.
Además, durante las protestas del viernes – que también forman parte del acuerdo para rebajar la inestabilidad en la frontera – se produjo un disparó contra soldados que hirió a uno de ellos y dio paso a un ataque del israelí en Gaza que mató a dos milicianos.
Las milicias iniciaron el sábado por la mañana el lanzamiento masivo de proyectiles hacia Israel que ha vuelto a ser contenido con este alto el fuego no anunciado.
Fuente: Crónica