La polémica suele acompañar al festival de Eurovisión. Pero este año es más política que nunca.
El país anfitrión es Israel y la tensión con los palestinos, casualidad o no, se ha intensificado en las últimas semanas.
Hay quien teme un atentado. Pero sobretodo se cuestiona la conveniencia de organizar un festival como este en un país con un conflicto abierto. Las llamadas a boicotear Eurovisión en solidaridad con el pueblo palestino se suceden.
Según el periodista israelí Joel Schalit, «no es solo porque el evento puede interpretarse como una legitimización de la ocupación israelí de los territorios palestinos, sino también porque Israel no ha terminado de construirse como país», explica. «Hay muchas personas que viven en circunstancias ambiguas dentro de su jurisdicción. Y muchos israelíes son receptivos a esto. Por eso hay tantas protestas y manifestaciones en torno a Eurovisión».
También hay voces que critican a la organización por el lugar elegido, ya que está creando molestias entre los fieles que acuden a las mezquitas situadas cerca de los pabelllones donde se celebra el festival.
“Cuando rezamos, es imposible sentir la solemnidad necesaria a causa del volumen que está demasiado alto», explica Abu Zakariya, un fiel que acude a la mezquita. «Y esto durante toda una semana. Cuando venimos a rezar, al final de la jornada, hay demasiado ruido para los fieles».
Las polémicas tradicionales tampoco han faltado a la cita musical. Este año se habla mucho del origen egipcio del cantante italiano Mahmood y también de la drag queen francesa Bilal, objeto permanente de ataques homófobos.
Fuente: Euronews