Cultura

Carlos Fuentes, el adiós que aun duele

Publicado por
Aletia Molina

El escritor Carlos Fuentes Macías llegó a conquistar el mundo. No necesitó de un reconocimiento, como un Nobel de Literatura, para que, tras siete años de su muerte, siguiera siendo recordado; sus letras bastaron para poner su nombre junto a los más célebres intelectuales.

“Carlos Fuentes fue un escritor fundamental para la literatura de habla hispana, tanto por sus ensayos como por sus novelas; nos dio muestras claras de lo que es el ejercicio de la historia, de la creación de personajes, así como del análisis del México contemporáneo”, comenta la escritora y periodista mexicana Marlene Diveinz.

Y es que el escritor, nacido en 1928, tuvo que ver, sentir y vivir diferentes escenas para llegar a ser quien fue; un hijo de un diplomático liberal y de una mujer mucho más tradicionalista. Debido al trabajo de su padre, cambiaban de país de manera constante. Brasil, Argentina, Chile y Estados Unidos fueron sólo algunos de los espacios que lo vieron crecer.

A pesar de que Carlos Fuentes no vivió toda su vida en México, entendía lo que pasaba desde Francia, Suiza y Ginebra, donde estudiaba para evitar ser, en su tierra natal, un licenciado y no un literato —ser escritor en México estaba situado muy por debajo de los estándares socioeconómicos, incluso, lo sigue siendo—.

El momento en el que Carlos Fuentes decidió ser novelista, fue cuando estaba apreciando, en Nueva York, al lado de su padre, El ciudadano Kane (1941), de Oscar Wells. “En ese instante para mí se abrió un mundo, entendí la relación entre el destino personal y la circunstancia histórica”, dijo en 1977 el propio Fuentes.

Su pasión por las letras también se vio reflejada en sus lecturas. A los 12 años leyó por primera vez Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes Saavedra, una publicación que repasó de manera constante al paso de los años, ya que encontraba diferentes perspectivas siempre que decidía revisarla

La región más transparente, el primer libro de Carlos Fuentes, publicado en 1958, tuvo una gran repercusión en México, porque a través de esta obra, el intelectual logró ver a la capital del país, en ese entonces Distrito Federal, desde una perspectiva que no podían percibir sus contemporáneos, ya que él se encontraba viviendo en otros países.

“Llegar a un país —México—, donde se burlaban de mí porque hablaba como chileno o argentino, porque usaba las bombachas argentinas y porque no entendía los chistes mexicanos, ni las groserías ni albures, me condicionó para tener una perspectiva del país y de su lenguaje”, declaró el escritor.

El interés de Carlos Fuentes hacia México logró trascender al papel. De acuerdo con la periodista Diveinz, esto se ve reflejado en Los cinco soles de México (2000), un repaso sobre la vida del país, tanto de la tradición indígena, el periodo de la Conquista, el mestizaje y hasta el México contemporáneo.

Según la especialista, en esta publicación, Fuentes hizo un análisis específico de cómo se va formando el sentir mexicano, qué valores se defienden y qué otros se asientan para dar esta identidad nacional. “Si queremos conocer la síntesis de Fuentes, este libro nos refleja su espíritu y valentía”, recalca Diveinz.

Para Marlene, Carlos se situó como uno de los escritores más importantes al retratar la clase media mexicana en sus textos, sobre todo por haber logrado tener acceso a diferentes puntos de vista de los mexicanos, aun cuando se le veía como un extranjero. “Cuando estaba en México, se involucraba en todos los movimientos y constituía a un eje evolutivo del mismo”, agrega.

En ese sentido, el profesor Hugo Sánchez Gudiño, de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS), de la UNAM, comenta que Carlos Fuentes fue parte de uno de los primeros modelos del intelectual mexicano, pues no sólo se dedicaba a la academia, sino que también intentaba darle solución a los problemas sociales.

“Fue uno de los escritores globales que lograron articular distintos temas, como la parte campesina, la indígena y la parte de la pobreza y la riqueza a través del lenguaje hispano”, detalla el académico de la UNAM.

El lenguaje, para Fuentes, no era algo gratuito ni vacío, era la expresión y el sostén de algo, como de la cultura, la comunicación, la memoria y el olvido. Fue con esta herramienta con la que, incluso, logró generar conflictos sociales.

Aura (1962) fue censurada en el gobierno representado por el ahora expresidente Vicente Fox, pues el entonces secretario del Trabajo, Carlos Abascal, aseguró que el texto era inapropiado para los jóvenes. Esta publicación cuenta la historia de un muchacho que busca retratar la historia de un general y, para hacerlo, debe vivir en la casa de éste, junto a su viuda, con quien llega a tener un acercamiento íntimo.

“Quiero que se detenga el lector, incluso mediante una bofetada o de una manera desagradable, a reflexionar sobre la palabra o la frase que está leyendo, que no la pase por alto (…) A mí no me interesa agradarle al lector, tenerlo adormecido, al contrario, quiero despertarlo y sacarlo de su modorra, ayudarlo a escribir la novela conmigo”

A pesar de que Fuentes estaba involucrado en la política, debido a que su padre era diplomático, en su juventud intentó no formar parte de ese campo; sin embargo, los estudios que realizó en Europa le hicieron entender que posiblemente las leyes podían ayudarlo a retratar otras historias.

No terminó la carrera de Derecho, pero sí logró ser embajador de México en Francia, un cargo que llevó de la mano junto con la escritura. Desde ese momento, su relación con la política se hizo mucho más fuerte, e incluso se convirtió en uno de los personajes más críticos.

“Si siguiera vivo, seguiría siendo el crítico que siempre fue, seguiría haciendo ruido”, dice la escritora y enfatiza que, incluso, hablaría de las nuevas reformas que busca implementar el actual gobierno.

Fuente: Reporte índigo

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Aletia Molina