Gracias por asomarse a la Ventana…
Es normal que durante las campañas electorales el ambiente se polarice entre dos o tres corrientes políticas…
Los ataques y las descalificaciones suelen prevalecer por encima de las propuestas, pues llaman más la atención del electorado…
Tras las elecciones, la situación tiende a distenderse…
El presidente, ya investido, suelen abandonar su rol de candidato para asumir el de jefe de gobierno. Debe presentarse no como el favorito de una parte del electorado sino como presidente de todos los ciudadanos…
No es lo que hemos visto con el gobierno de López Obrador…
El discurso polarizador continúa, los adversarios son descalificados, moral y políticamente, antes de ser reconocidos como interlocutores legítimos y responder con argumentos ante las críticas. Opositores, disidentes y críticos aparecen en el discurso presidencial como enemigos del pueblo y del gobierno; deben ser aislados y neutralizados, en lo posible…
¿Por qué?…
Porque López Obrador no sólo busca encabezar un nuevo gobierno, sino instaurar un nuevo régimen monolítico, y todo lo que proviene del anterior debe ser descalificado como inválido y hasta perverso…
Porque López Obrador exige también que el nuevo partido gobernante preserve e incremente sus posiciones de poder, lo cual implica que el presidente debe estar en campaña permanente, no para integrar y conciliar, sino para polarizar y excluir a sus adversarios…
Todo esto, lejos de profundizar la democracia, genera el elevado riesgo de perder el camino andado en favor un nuevo poder total y absoluto…