Carlos Ferreyra
Apenas se enteró Vicente Fox que al pequeño marido de la Marga le habían puesto escoltas militares, comenzó a maquiavelar la forma en que empataría el asunto.
Sabiendo que seguimos siendo un país de supuestos y de percepciones, esto es de mentiras y mentirosos, no tuvo empacho en asegurar que un comando armado había intentado invadirlo su mansión.
Lo hizo por tuit, su novedosa arma de comunicación, en piyama, comprando burritos en el puesto cercano al hotel donde estaba hospedado en Las Vegas. Hubo fotos.
Como nos tragamos las invenciones diarias sin hacer gestos, el Proza ico sujeto experto en el asunto, decidió lanzarse de cuernos y enviar un mensaje a López Obrador al que además responsabilizó de la seguridad de su familia, suya y de sus bienes materiales que son muchos y muy abundantes.
Curioso mensaje que coincidió con el asesinato de veinte personas ese día, en tanto en los precedentes hubo otras fecha con quince muertos en un centro social; aparte los que se diseminan por el resto del territorio guanajua. Pero Fox quiere sus soldaditos.
Entre gitanos no se dan la buenaventura, dice el pueblo sabio, así que don Peje sin rechinar los dientes y con gesto de suprema generosidad ordenó el virtual regreso del Estado Mayor a sus encargos primitivos: traer el periódico, ir por las tortillas, cuadrarse en forma gallarda al paso del jefe o de su señora, la Zagún a la que además deberán lavarle la camioneta.
La síntesis, todo mundo la sabe: no hubo tal, dos guaruras distraídas que tocaron dos puertas más adelante de donde debían, y un retén de la guardia particular, permanente, del rancho San Cristobal que en la entrada les indicó que allí no estaba lo que buscaban.
Dieron vuelta y regresaron por donde habían llegado. Esa es la historia que permite a Fox recuperar parte de lo que supone le pertenece. Ahora irá por la recuperación de personal auxiliar y con tiempito, tras la pensión… es un cínico con suerte y puede lograrlo.
Y es que entre gitanos…
Otra información en la que los mexicanos somos tratados como minusválidos mentales, se refiere al corte de electricidad en el sureste. Lo explica Manuel Bartlett, el confiable funcionario electoral que primero admitió la caída del sistema y ahora se justifica ante su actual patrón.
Convertido en experto en temas energéticos, afirma sin duda que el corte se debió a un incendio de pastizales entre las torres de conducción de electricidad.
Argumento más que tonto, tramposo y que oculta la verdadera razón. Reportes del propio sureste, informan que es tiempo de quema de los campos de caña, o sea se trata de un hecho anual sin interferencias con el suministro de energía.
Recuerdo aquí a Pepe Arias, el niño campesino que en la lucha contra Batista en Cuba, dedicaba parte de sus noches a lanzar cadenas para ensartar dos cables de alta tensión. Lo lograba con frecuencia y dejaba sin luz a media provincia. Luego se iba a dormir.
Espero que no busquen a Pepe para culparlo de algo, primero porque vive en su país y segundo porque ya debe ser un anciano. Y algo más, porque aquí se trata de dormir a los ciudadanos.
Amigo lector, no saque conclusiones apresuradas del incidente, considerando que antes se rechazaban con furia las verdades históricas u oficiales, pero hoy son incontrovertibles, palabra de Dios redivivo.
Pues bien, las causas del desastre pasarán al baúl de las especulaciones y darán tema a los amantes de las redes que, como desea nuestro amado mandatario, se dividirán entre bartletianos (cuidado: no son bartletiasnos) y los eternos impugnadores de todo y por todo.
Los Contreras, pues.