En “tiempos desafiantes” para la economía latinoamericana, los países de la región deben prestar especial atención a los más pobres. Es imprescindible que los Gobiernos impulsen planes de protección social que atemperen el impacto de la desaceleración de los indicadores y permitan sostener en el tiempo el terreno ganado durante los períodos de bonanza en la lucha contra la pobreza. Estas son las conclusiones del último informe semestral regional del Banco Mundial (BM), titulado ¿Cómo afecta el ciclo económico a los indicadores sociales en América Latina y el Caribe? Cuando los sueños enfrentan la realidad y presentado a finales de la semana pasada.
El escenario económico no es alentador para América Latina y el desafío de la pobreza aumenta, según el Banco Mundial. “Las expectativas iniciales de crecimiento en 2018 no se cumplieron y las proyecciones para 2019 se han deteriorado. La región creció 0,7% en 2018. Las principales razones de este débil crecimiento en 2018 son una contracción de 2,5% en Argentina, la lenta recuperación de Brasil luego de la recesión de 2015 y 2016, el crecimiento anémico de México debido a la incertidumbre política y el colapso de la economía venezolana”, dice el Banco Mundial, que advierte que “el escaso crecimiento económico está teniendo un impacto predecible en los indicadores sociales”. Si no se toma en cuenta a Venezuela, el caso más dramático ha sido Brasil, que “experimentó un aumento de la pobreza monetaria de aproximadamente tres puntos entre 2014 y 2017”. El dato brasileño es especialmente relevante porque el país representa un tercio de la población de la región.
La pobreza, por lo tanto, debe estar en la agenda política y económica de los gobiernos, donde los planes de contención no abundan. “Los programas sociales que ayudan a absorber el impacto de las crisis económicas son comunes en los países desarrollados, pero no están lo suficientemente extendidos en esta parte del mundo”, dijo Carlos Végh, economista jefe del Banco Mundial para América Latina y el Caribe. “Esta es una agenda social pendiente en la región para asegurar que aquellos que recientemente escaparon de la pobreza no den ningún paso atrás”, agrega.
El Banco Mundial dice que “nada podía preparar a la región para la escalada de la crisis económica, social, y humanitaria en Venezuela, por lejos la peor crisis en la historia moderna de la región”.
Según el último informe regional semestral del organismo, la caída en el precio del petróleo, junto con políticas altamente distorsivas, un ajuste fiscal desordenado, monetización de la deuda del sector público y una mala gestión económica en general han causado hiperinflación, devaluación, defaults, y una masiva contracción en el producto y el consumo”.
“El PIB real se contrajo un 17,7% en el 2018 y es probable que caiga un 25% en el 2019, lo que implicaría una caída acumulada del PIB del 60% desde el 2013 (…) Estimaciones de fuentes no oficiales sugieren que la pobreza ha alcanzado al 90% de la población”, advierte el Banco Mundial.
Végh se refiere así a los millones de latinoamericanos que salieron de la pobreza durante la llamada Década de Oro de las materias primas (2003-2013), una etapa donde los indicadores sociales mejoraron notablemente. La pobreza monetaria, medida sobre la base de un ingreso de 5,50 dólares diarios, pasó del 42,2% en 2003 a 23,4% en 2014. La pregunta que se hace ahora el Banco Mundial es: “¿Qué proporción de la caída fue permanente y qué proporción fue transitoria?” “La importancia relativa de la reducción permanente frente a la reducción temporaria de la pobreza tiene implicaciones cruciales para medir la verdadera magnitud de la caída en la pobreza y qué tan duradera será, y las políticas públicas que pueden implementarse para lograr caídas permanentes en la pobreza en lugar de temporarias”, dice el informe.
El BM pone especial atención en que un combate serio de la pobreza necesita de mediciones comparables. Los analistas que celebran las bajadas de la pobreza durante las fases económicas expansivas “obtendrían conclusiones muy distintas si evaluaran el cambio en la pobreza durante un ciclo económico completo (es decir, auge y recesión)”, dice el informe. “La importancia del componente cíclico en los indicadores sociales se magnifica en el caso de los mercados emergentes sujetos a grandes shocks externos. Todos estos shocks son de naturaleza cíclica, por lo que tenderán a amplificar los ciclos económicos de los mercados emergentes y, a su vez, los componentes transitorios de los indicadores sociales”, agrega el Banco Mundial. Por eso insiste en que son necesarias políticas distributivas de largo aliento. El Banco reconoce, con todo, que durante la Década de Oro América Latina ha avanzado mucho en ese sentido.
Los Gobiernos de izquierda que dominaron la política regional impulsaron programas de ayuda que ahora han logrado atemperar el impacto de la crisis. El más notable fue el programa Bolsa Familia en Brasil, que condicionó la ayuda al cumplimiento de ciertos criterios de salud y educación que quedaron en manos de los beneficiarios. Sin embargo, el ejemplo no cunde en toda la región.
“En tiempos desafiantes para la economía, es más importante que nunca que los países hagan las reformas necesarias para impulsar un crecimiento sostenible e inclusivo. No podemos dar por sentados los logros recientes en la reducción de la pobreza y debemos redoblar los esfuerzos para consolidarlos y aprovecharlos”, dijo Axel van Trotsenburg, vicepresidente del BM para América Latina y el Caribe. Se trata, en cualquier caso, de que en tiempos de bonanza los países puedan “controlar de alguna forma los efectos cíclicos sobre la pobreza antes de celebrar cualquier logro como permanente”. El desafío se torna especialmente complejo cuando arrecia la tormenta.
Fuente: El País