La muerte repta en jirones de viento
Va y detiene al espíritu insomne,
Desgarra los refugios del cuerpo,
lo azota en la nada.
El viento es una fosa abierta.
Caigo.
Armando Vega Gil
PORTADA
Mi querido Vega Gil:
Te escribo esto de manera epistolar porque llevo 15 días reflexionando el absurdo de tu fallecimiento. Lo primero que me sorprendió después de saber de tu muerte desatinada, fue cuanta gente te quería y cuantas personas poseían un Armando particular, cercano y entrañable. A pesar de ser figura pública eras afectuoso, tierno y cercano.
Me enteré por esas mismas redes sociales, que fueron tus jueces implacables, habías anunciado en un tweet que te ibas a suicidar. Pensé, Armando está jugando, se está haciendo publicidad. Leí el tweet de quién te acusaba anónimamente de violación y más absurdo e inofensivo se me hizo.
Luego hacia las 11 de la mañana el Sr. González reposteó el anuncio de Botellita de Jérez, el grupo que creaste junto a Arau (el UyUyUy) y a Paco (el Mastuerzo) hace 36 años (tú eras el Cucurrucucú por chillón), donde informaban con inmenso pesar que habías fallecido y que estaban efectuando los trámites correspondientes. Me dio mucho coraje. De inmediato informé a Laura. No lo podíamos creer, estábamos en shock.
De ahí la avalancha mediática y un fundamentalismo que divide desde hace tiempo a nuestro país y que se acentuó con la llegada al poder de la oposición al modelo neoliberal (fifís vs chairos, machos vs. feministas). Agresiones y descalificaciones de ambas partes a pesar de que habías escrito en tu carta de despedida: “No se culpe a nadie de mi muerte: es un suicidio, una decisión voluntaria, consciente, libre y personal. Quien lanza la denuncia en #MeTooMusicos tiene todo el derecho de hacerlo… es un derecho inalienable el de la denuncia, es una realidad que se ha
ganado su derecho en el mundo, pues las mujeres, aplastadas por el miedo, la manera son las principales víctimas en nuestro mundo. Mi lucha hasta ahora había sido ser congruente, fiel a mis principios… Lo que menos deseo es que mi hijo se vea afectado por una falsa acusación…mi muerte no es una confesión de culpabilidad, todo lo contrario, es una radical declaración de inocencia…”
Lo peor de todo es que solo se llegó hasta ahí. No se profundizó la discusión, no se llegó a por un lado colocar filtros y reglas para no acusar a alguien sin fundamento, que fue de lo que te quejaste, la acusación era falsa. Y por el otro lado la autoridad correspondiente no tiene debido a tu muerte mejor trato a las mujeres que denuncian, no hay incluso un seguimiento apropiado para este tipo de denuncias. Siempre se denosta, se presiona y persigue a quienes tienen el valor de denunciar, es por ello que las denuncias son anónimas. Para proteger a quien tienen el valor de denunciar, dijeron quienes manejan #MeTooMusicos en nuestro país. Al parecer tu muerte no sirvió de otra cosa más que para aliviar tu aprensión.
Te conocí por uno de los hermanos que la vida me ha dado, Santiago Ojeda. Él acababa de entrar en Botellita de Jérez y decidieron grabar un clip para una canción, Vamos a la Alberca en mi escuela de buceo, Aquamundo. A Paco el buceo no le gustó mucho que digamos, así que después de una clase, la idea sobre el clip cambió pero tú tomaste el curso de buceo y te volviste asiduo en el grupo de buceo. Viajamos a Las Estacas, a La Media Luna, a Manzanillo, a Cozumel en varias ocasiones. Eras cliente frecuente junto con el San en el buceo con delfines, en la tercera sección de Chapultepec y les cantabas arias de ópera a los bichos. Les encantaba.
Fui “la butaca de oro” en una obra que montó la abuela de Angélica Vale porque ustedes habían actuado en una telenovela de Televisa y quiso aprovecharse de su efímera fama televisiva. Hice una crítica en Tiempo Libre de Ángeles Aguilar, y Angélica Ortiz montó en cólera. De Jueves a Domingo durante los tres meses que duró la aventura teatral, íbamos a cenar con todo el elenco. Incluso nevó en los alrededores de la ciudad y fuimos en mi vocho con Jerry, el técnico de sonido de la obra, Santos, tú y yo a jugar como niños en la nieve al Ajusco. En otra ocasión
subimos al Popo con Santos y Cecilia Toussaint, ayudamos a un tipo que se desbarrancó y no pudimos llegar a la cima.
Cuando vivía en San José Insurgentes llegaste 10 días a nuestro depa. Vicky y yo te adoptamos casi como nuestro hijo. Andabas depre y querías que te consintiéramos. En otras ocasiones, como lo hacías frecuentemente, caías en mi depa en San Jerónimo y te llevabas libros. La última vez que te vi, te pedí las obras completas de Jorge Luis Borges y me dijiste, te lo devuelvo cuando me muera. Compartíamos el gusto por la literatura también. Aunque nunca te leí y nunca me leíste. Mi suegra los consintió, a los Botellos en alguna ocasión como solo ella sabe hacerlo, fue anfitriona de un buen pozole en Xochicalco.
Si leías mis artículos sobre conservación de la naturaleza. Primero en el Quintanarroense y después en la página de José Cárdenas y los comentábamos. También mi trabajo en la fundación de Jean Michel Cousteau. Juntos defendimos de la infamia a Rosina González de Green Peace. Vinieron Paco, El Sr, Gonzalez y tú a Cozumel en el Rainbow Warrior, el barco de la organización como parte de la campaña Sin maíz no hay país. Cenamos, desayunamos, platicamos con los peces, comimos, bebimos, compartimos la sal y la vida; y Laura disfrazó al Sr, González que aún estaba en tratamiento por el cáncer para que pudiera snorquelear, y descubrió que Paco era tan dulce y tierno como sabíamos que lo eras tú.
Como bien te define tu diablo guardián, Xavier Velazco, “Armando se había entrenado para ser payaso, puede que desde entonces se supiera integrante de un gremio condenado a la tristeza…nuestra amistad se sostenía en asuntos lo bastante ligeros para no compartir las risotadas que muy pronto nos hicieron amigos… Tendía a ser coqueto y enamoradizo, aunque también romántico y caballeroso, más solía ser el niño antes del hombre quien materializaba la conquista… Trataba de ser leal más que fiel y eludía con más gracia que con éxito los daños a terceros…” Había al menos dos Armandos, uno serio y comprometido con las causas imposibles y otro un niño malcriado y que rogaba por efecto.
Armando te creíste dueño de tu destino, pensaste quizás que la muerte sustituye la carencia de dios, te debimos advertir que las angustias de la noche se desvanecen con la luz del día. La angustia
de existir no lleva a nada, ofusca la inteligencia. Retirado del mundo, quizás lo hiciste para soportar el vacío del universo. Pero la muerte es estéril. Estamos y vivimos en un espacio (este México nuestro) de principios anquilosados. Así que con la certeza de la muerte, debiste sentirte en un espacio seguro, en paz, tranquilo. Libre del terror. Quizás te sentiste en un lugar donde el miedo y el sufrimiento no pueden hacerte sufrir más. Lo más duro son las horas de la noche, donde te asaltan los demonios. Y no pudiste soportarlas.
La muerte estuvo ahí para sustituir la creación, la literatura, la música, te creíste dueño de tu destino, nada podría sustituir la función de la muerte en tu destino, estuvo ahí para reemplazar tu vida. “No se culpe a nadie de mi muerte”, escribiste, “es una decisión personal”. Sin embargo tu muerte nos afectó a muchos. A los Botellos, tus carnales, a Paco más que a nadie; sobre todo a Andrés, tu hijo, a quien sentiste a salvo de los agravios, pero le has dejado una pesada herencia y un tanto a mí, y a muchos otros. Nos encantaba tu trabajo con los niños y en efecto sin el marciano no será igual. https://www.youtube.com/watch?v=y-isIyR2ph8
Vega Gil eras un genio. No solo fuiste el bajista de los Botellos donde tu mejor contribución no era tu peculiar manera de tocar el bajo, sino las letras creativas y la mezcla afortunadísima de géneros. Armando publicaste 32 novelas y libros para niños. Fuiste tres veces premio nacional de literatura (muero de envidia), guionista del Güiri Güiri, Del Cácaro Gumaro (película), fuiste guionista e impartiste innumerables talleres de literatura y guionismo. Eras alpinista, buceador, fotógrafo, pintor, cineasta, “entre otras inquietudes juglarescas”. Fuiste bastante conocido y exitoso. No tendrías razón para quitarte la vida, salvo que tu epidermis era muy delgada. Todo te afectaba en demasía. Con tu muerte todos tus problemas se convirtieron en un inmenso vacío.
Te vamos a recordar vivo, muy vivo, vital. Buceando con los delfines, hablando con los peces, creativo, escribiendo, vomitando tus entrañas, aporreando el bajo, tocando el ukelele; irreverente, desmadroso, infantil, tierno, amoroso, buen amigo.
En tu libro La música de las esferas, escribiste. “La música de las esferas, las melodías concéntricas, sus armonías misteriosas -y a
la vez cotidianas- que se curvan sobre si mismas como el propio cosmos, tanto o más que las cuerdas que agitarán las campanas que redoblan por ti”…
Descansa en paz Armando Vega Gil, descansa en paz La Botellita de Jérez, porque en este mundo de las redes sociales, todo lo que digas será al revés.