Una veintena de migrantes centroamericanos que hacían guardia en el Puente Nuevo para pedir asilo político a Estados Unidos fueron trasladados a un refugio temporal para protegerlos de las bajas temperaturas.
Tal es el caso del hondureño Carlos Humberto Toledo López que, junto a esposa María Ramos, tres hijas y una nieta de cinco meses, permanecía a la intemperie desde hace 43 días en el cruce internacional a la espera de una entrevista con el personal de inmigración del vecino país.
“Hemos sufrido mucho para estar aquí, por eso no nos queríamos venir del puente porque vamos a perder el lugar, pero la otra era que el frío ya no nos dejaba estar en paz, sobre todo a mi nieta; fue por ella que aceptamos que nos trajeran”.
Con el termómetro marcando cuatro grados pero con sensación térmica descendiendo a menos uno, si la familia hondureña permanecía allí, se arriesgaban a sufrir hipotermia e incluso la muerte.
Agentes del grupo Beta del Instituto Nacional de Migración estuvieron a cargo de llevarlos al centro deportivo Eduardo Chávez que autoridades locales designaron como refugio durante la contingencia.
Fuente: La Jornada