El secretario (ministro) de Hacienda de México, Carlos Urzúa (Aguascalientes, 1955), recibe a EL PAÍS en un receso de la convención bancaria de Acapulco (Guerrero, suroeste) en mangas de camisa y con cara cansada. Es una de las primeras citas con un medio de comunicación desde que asumió el cargo, el pasado 3 de diciembre. Tanto él —máximo responsable económico del Ejecutivo de Andrés Manuel López Obrador (Morena)— como su mano derecha, Arturo Herrera, aprovechan la mayor cita financiera anual para exponer sus planes a los inversores extranjeros. Quieren evitar más sobresaltos: primero fue la cancelación del aeropuerto y ahora, la indefinición sobre el futuro de Petróleos Mexicanos (Pemex). De lo que ocurra con la firma estatal depende en buena medida la salud de las finanzas públicas a corto plazo: la calificación de la deuda mexicana está en juego. Habla una de las voces de mayor confianza del nuevo presidente en lo económico.
Pregunta. ¿Es el rescate de Pemex el mayor desafío económico para el Gobierno mexicano?
Respuesta. Es una empresa que tiene problemas financieros a corto plazo. Pero también creo que tiene un gran futuro, sin exagerar. Hay nuevos yacimientos muy importantes de crudo relativamente fáciles de extraer y varias cosas que puede hacer a medio plazo. Pero en el muy corto plazo Pemex tiene una deuda excesiva, muy grande [107.000 millones de dólares, la petrolera más endeudada del mundo] y eso puede hacer que tenga problemas en el refinanciamiento en los próximos meses e incrementar la percepción de riesgo por parte de todos los inversionistas. Es un reto buscar la manera de ayudar a Pemex.
- ¿Cuánto tiene que refinanciar la empresa pública a corto plazo?
- Entre 6.000 y 7.000 millones de dólares.
- ¿Y cómo se puede hacer esa refinanciación?
- Hay varias vías. La primera es acudir al mercado y ver cómo nos va [hace un gesto de incógnita]. La segunda es que nosotros [el Gobierno] le inyectemos capital de alguna forma para solventar, al menos parcialmente, esas necesidades de financiamiento. Y eso es lo que estamos explorando: de ahí que Arturo [Herrera, subsecretario de Hacienda] haya mencionado el fondo de estabilización de ingresos presupuestarios, con casi 300.000 millones de pesos y que está mal diseñado. Contemplamos la posibilidad de que parte de ese dinero, y por una sola ocasión, pueda utilizarse para ayudar a la refinanciación de Pemex.
- ¿Es Pemex, entonces, el mayor reto económico del Gobierno mexicano?
- Sí, por supuesto.
- Más allá del rediseño y del uso de recursos de ese fondo de estabilización, ¿están ya negociando con los acreedores?
- No. En este momento Pemex no necesita todavía refinanciarse.
- Pero para final de año sí va a tener que afrontar una primera refinanciación.
- Sí, en un mes o un mes y medio va a necesitarse por los vencimientos. Por eso nosotros [Hacienda] tenemos que decidir junto con ellos [Pemex] y el presidente. El plan de negocio va a ser la clave de todo: si no da una visión optimista en el mediano y largo plazo, estaremos en problemas.
- ¿Y qué cree que va a arrojar?
- Tengo mucha fe en lo que pueda hacer Pemex, pese a la deuda.
- ¿Teme una rebaja de la calificación de la deuda mexicana este año? Las agencias de rating están al acecho desde hace meses.
- Espero que no. Y, obviamente, si se da el caso, va a ser por Pemex.
- ¿Espera que no o cree que no?
- Espero que no y creo que no.
- ¿Está México en una situación económica mejor o peor de lo que esperaban?
- Diría que estamos en la situación que esperábamos. Hay variables que van mejor de lo que creíamos nosotros para este momento, como el tipo de cambio, que se beneficia mucho de la debilidad del dólar y del hecho de que nuestras tasas de interés son muy altas para los estándares internacionales e, incluso, entre países emergentes. La inflación, es sorprendente, pero va bien.
Siempre, en todos los cambios de Gobiernos, hay sorpresas. En Pemex, han sido mayores de lo que esperábamos
- ¿Han encontrado alguna sorpresa negativa del Ejecutivo anterior?
- Siempre, en todos los cambios de Gobiernos, hay sorpresas. Sobre todo, en los adeudos de años anteriores. En Pemex, han sido mayores de lo que esperábamos.
- ¿No cree que sería mejor renunciar a la construcción de la nueva refinería de Dos Bocas y apostar por exploración y producción, dos actividades mucho más rentables?
- Eso es algo que el presidente [Andrés Manuel López Obrador] en este momento no considera.
- Le pregunto a usted como secretario de Hacienda.
- Yo creo que hay que esperar y ver los resultados de esta licitación, porque ahí uno se va a dar cuenta de qué costos y qué rapidez ellos [los contratistas] esperan, porque van a tener que proponer. Va a ser muy interesante.
- ¿Eso quiere decir que están a tiempo de dar marcha atrás y no haya refinería?
- No creo: creo que sí se va a hacer. Pero probablemente el ritmo de gasto no sea el que esperaría si uno tuviera los 50.000 millones de pesos [el coste estimado de la instalación]. Y cualquier remanente irá a producción.
- Su número dos, Arturo Herrera, dijo la semana pasada al Financial Times que se retrasaría la construcción de la refinería y que se destinaría ese dinero a aumentar los bombeos de crudo de Pemex. Y el presidente le desautorizó.
- Se malinterpretó lo que dijo. Mejor repito lo que Arturo [Herrera] y yo queremos decir: si es que no se van a gastar este año los 50.000 millones de pesos —y puede ser, por retrasos en el plan maestro de la refinería o en las licitaciones—, sería tonto no usar ese dinero para producción.
- No es la primera rectificación. ¿Hay problemas de coordinación entre los distintos miembros del Gobierno y entre el Ejecutivo y el Legislativo?
- No diría yo eso. Al menos dentro del Ejecutivo estamos todos más o menos en la misma sintonía y no ha habido teléfono descompuesto. En el caso del Legislativo, tampoco: dado que Morena controla las dos Cámaras, tenemos una gran ventaja en esos términos y hay mucha fluidez.
- Pero han tenido ya varios sobresaltos con los mercados: una persona dice una cosa y acto seguido otra le corrige. Por ejemplo, con la limitación de las comisiones bancarias.
- En el caso de las propuestas del Legislativo, muchas veces hechas de muy buena fe, algunas veces sí hemos fallado los dos lados en no comunicarnos lo suficiente. Dentro del Ejecutivo, y en particular en el caso de las refinerías, yo creo que sí fue un poco tergiversada la opinión del subsecretario.
Todavía creemos que al final del sexenio es posible crecer a una tasa promedio del 4%
- ¿Mantiene la meta de crecimiento del 4% prometida en la pasada campaña electoral?
- En el largo plazo sí.
- ¿Qué es largo plazo?
- Que al final del sexenio estemos creciendo a una tasa promedio del 4%. Todavía creemos que es posible a partir de la última mitad del sexenio, y seguimos creyendo que, básicamente, es un problema de inversión pública y privada.
- La recaudación pública mexicana sigue muy por debajo de la media de la OCDE, y también de los países latinoamericanos. ¿Cree que hace falta una reforma fiscal?
- En este momento, nada. Estamos apostando por reducir de manera significativa la evasión y la elusión fiscal. Esa es la razón por la que, por ejemplo, quitamos la compensación universal y por la que en las aduanas estamos empezando a tener despachos conjuntos, lo que nos ha aumentado de manera muy notable la recaudación por comercio.
- Pero sí tiene en mente una reforma fiscal para este mandato.
- El presidente lo que ha dicho es: si va a haber algo va a ser a mitad del sexenio.
Fuente: El País