Theresa May ha perdido por tercera vez la votación del acuerdo del Brexit en Westminster. Por 344 votos en contra y 286 a favor, y pese al apoyo de última hora del pelotón de euroescépticos de su propio partido, la ‘premier’ encajó una nueva y severa derrota en el Parlamento que deja pendiente de un hilo su futuro político.
La líder conservadora se ha quedado prácticamente sin opciones para salvar su acuerdo, salvo que decida volver a someterlo a votación con el compromiso de celebrar un segundo referéndum, tal y como reclaman los laboristas.
De lo contrario, el país se puede ver abocado a la opción extrema de un ‘no deal’ el próximo 12 de abril (la fecha fijada para el Brexit por la UE si el acuerdo no era aprobado) o a la petición de una prórroga de al menos un año para resolver el «impasse» político, lo que obligaría al Reino Unido a participar en las elecciones europeas de mayo.
«Las implicaciones son graves», advirtió May nada más encajar la nueva derrota. «Esto significa que el el Reino Unido debería salir de la UE por defecto el 12 de abril, en el plazo de 14 días». «Me temo que estamos acercándonos la final del proceso en esta Cámara», advirtió, en el momento de insinuar que podría pedir una extensión más larga del Artículo 50 a Bruselas, «y ello implicaría la participación del Reino Unido en las elecciones europeas».
Nada más producirse el resultado, el presidente del Consejo Europeo Donald Tusk convocó una reunión urgente de los 27 para analizar la situación creada, mientras Bruselas aceleró los preparativos ante la posibilidad de un «no deal».
«¿Admitirá finalmente la primera ministra que su plan está acabado?», dijo por su parte el líder de la oposición Jeremy Corbyn, que anunció su intención de impulsar un «compromiso» en torno al plan alternativo de los laboristas de permanencia en la unión aduanera, al tiempo que reiteró la necesidad de convocar elecciones anticipadas.
Pese a saber de antemano que no tenía los números de su lado, y después de haber perdido por 230 y 149 votos en las dos primeros intentos. May forzó la votación del 29-M, consciente del alcance simbólico de la fecha (el día fijado inicialmente para el Brexit). La ‘premier’ aspiraba a ver aprobado su acuerdo «in extremis» y lograr un aplazamiento automático del Brexit hasta el 22 de mayo, el tiempo necesario para sacar adelante la legislación pendiente para la salida de la UE.
En un giro repentino a su estrategia, May decidió presentar en el Parlamento tan sólo el acuerdo de salida de la UE, desgajado de la Declaración Política. El acuerdo de 585 páginas contiene la factura del Brexit, estimada en 45.000 millones de euros, y la polémica «salvaguarda» para evitar la vuelta a la frontera dura entre las dos Irlandas.
La Declaración Política, que no ha sido votada ese viernes, incluye la intención del Reino Unido de abandonar la Unión Aduanera. Dejando este texto aparte, May confiaba en superar al mismo tiempo el obstáculo del presidente de la Cámara John Bercow (que amenazó con bloquear la votación si la propuesta del Gobierno era la misma) y lograr el respaldo de los diputados laboristas pro Brexit.
El viraje de última hora no dio sin embargo sus frutos, por la oposición a su acuerdo de varios diputados de ala dura del su partido (conocidos como «los espartanos») y por los 10 diputados del Partido Democrático Unionista (DUP). Arlene Foster, líder del DUP, anunció que su partido votaría en contra «porque es un mal acuerdo y porque compromete la integridad territorial del Reino Unido».
En el momento de la verdad, May logró el apoyo de sus críticos más contumaces dentro de su propio partido, como el ex titular de Exteriores Boris Johnson y el ex secretario del Brexit Dominic Raab, dos de los candidatos más notables a su sucesión como líder conservadora.
El secretario de Comercio Internacional, Liam Fox, hizo un último y desesperado llamamiento en la Cámara de los Comunes, advirtiendo que los votantes se sienten «traicionados» por el Parlamento y que un rechazo al acuerdo abriría las puertas «a la desconfianza y al abismo».
Anna Soubry, la ex conservadora fugada a las filas del grupo independiente, aseguró que la única salida a la actual crisis es la extensión larga del Artículo 50 para celebrar un segundo referéndum. Soubry anunció que su grupo parlamentario se constituirá en un nuevo partido, Change UK (Cambio Reino Unido), y que está preparado para participar en mayo en las elecciones europeas.
Fuente: El Mundo