Ana Paula Ordorica
Desde que Andrés Manuel López Obrador dijo que quería ser presidente de México por primera ocasión, el sector privado, se mostró preocupado por sus posturas políticas, pero, sobre todo, económicas. En la más reciente campaña presidencial, Alfonso Romo, hoy Jefe de la Oficina de la Presidencia, fue el encargado de acercarse al mundo empresarial, tanto nacional como internacional, para dar tranquilidad sobre lo que significaría una presidencia de AMLO.
Ahora que su peso ante ese mismo mundo se ha visto disminuido por la cancelación del NAIM que él prometió no ocurriría, el mismo Alfonso Romo dijo el lunes pasado, en entrevista con El Sol de México, que a él le gusta estar “callado, sordo, como hormiga”.
Así mismo, callados, sordos, como hormigas – a lo que habría que agregar ciegos – deben estar los integrantes del equipo del presidente López Obrador para poder sobrevivir dentro del gobierno.
Ahora el turno de estar callado, sordo y ciego es de Arturo Herrera, el subsecretario de Hacienda. De visita con inversionistas en Londres, Herrera declaró a Judith Weber, del Financial Times, que la construcción de la refinería de Dos Bocas se pondría en pausa para que esos 2.5 mil millones de dólares que se invertirían en el primer año de la obra pudieran mejor ser canalizados para impulsar la producción de Pemex, que lleva 15 años continuos de caída.
El texto del FT fue recibido como una gran noticia que daba la esperanza de sensatez de parte de López Obrador gracias a su equipo económico. Pero poco duró el gusto. Durante la conferencia mañanera de ayer, AMLO desmintió categóricamente lo dicho por Herrera y el FT corrigió su texto con la nota de este desencuentro de posturas entre Herrera y AMLO.
De golpe volvió a caer la nueva realidad mexicana. Un presidente con enorme legitimidad tiene muy poca institucionalidad y así lleva poco más de cien días gobernando.
En la misma entrevista, Romo declaró que coincide con el secretario de Hacienda, Carlos Urzúa. “No hagamos una tormenta de una llovizna […] vamos conquistando a las calificadoras, porque si los mexicanos hablan bien de México, si los extranjeros hablan bien de México, y las calificadoras nos dan el voto de confianza, pues en lugar de ser la tormenta perfecta, va a ser la oportunidad del siglo”.
Qué más quisiéramos que ver que la presidencia de AMLO se convierta en la oportunidad del siglo. Pero con un presidente que parece no escuchar a su equipo, que quiere gobernar en primera persona, la única oportunidad que se vislumbra en el horizonte es a que sus secretarios de estado, por dignidad y amor a México, digan ¡basta! y den un paso atrás.
Apostilla: Hay quienes dicen que México no es Venezuela y que aquí no nos puede pasar esa involución democrática ni catástrofe económica de aquel país. Habrá que mantener la calma, pero también las antenas paradas. Las dos primeras grandes acciones de Chávez fueron meterle mano a PDVSA y a las instituciones electorales.
Aquí, Pemex es el centro de atención por la serie de cambios que ha anunciado AMLO con la finalidad de lograr autosuficiencia energética. Y sobre las instituciones electorales, el 5 de marzo pasado, el diputado César Agustín Hernández Pérez, de Morena, presentó una iniciativa para reformar la constitución (art. 41 y 116) para disminuir el número de Consejeros Electorales de once a siete, con una duración de seis años en el cargo, en lugar de nueve. Así se puede comenzar a poner en el INE a consejeros afines a la 4T. Todo con la excusa de que esto va de acuerdo con la austeridad republicana.
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