Economía

Inequidad y desigualdad laboral: el signo de las mujeres en México

Publicado por
Aletia Molina

La igualdad de género sigue siendo una promesa para las mujeres mexicanas, a pesar de los importantes avances que en este tema se han experimentado en el país en las últimas tres décadas. Si bien hoy las mujeres somos más libres y gozamos de mayores derechos, seguimos enfrentando diversas inequidades, y una profunda desigualdad en términos económicos y laborales.

La brecha de género laboral, es decir, las diferencias que existen entre hombres y mujeres al realizar las mismas actividades productivas, es un importante rezago que afecta a todas las trabajadoras de México, pero que se agudiza en el caso de las mujeres que viven en comunidades rurales y suburbanas.

Lo mismo ocurre en el ámbito empresarial, no se gana lo mismo siendo socia capitalista de una compañía, en comparación con lo que perciben los inversionistas masculinos.

De acuerdo con un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la participación laboral femenina de la región sigue siendo 30 puntos inferior a la de los hombres. Esto quiere decir que de cada 100 hombres entre 25 y 54 años, 94% trabaja o recibe algún tipo de ingreso, mientras que -en promedio- de cada 100 mujeres solo 64% forman parte de la fuerza laboral.

En México esa proporción incluso es menor a la media del continente, pues solo un 58.5% de las mujeres, en el rango de edad mencionado, trabajan o están disponibles para laborar.

Estas inequidades se profundizan si nos enfocamos en las mujeres que no viven en la ciudad, mientras que 76.4% de las féminas que habitan en una urbe mexicana forman parte de la población económicamente activa, esa misma situación solo está presente en 61% de las mujeres rurales, según el reporte del BID.

Adicionalmente, las mujeres con bajo nivel educativo, no indígenas, casadas, con hijos pequeños, y con cónyuges con bajos ingresos, ganan sueldos inferiores a los que perciben las mujeres que cuentan con estudios universitarios o permanecen solteras y sin hijos. Es decir, lamentablemente, ser madre trabajadora en México sigue siendo una desventaja.

Desigualdad salarial, el principal problema

Desde septiembre de 2017 la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la ONU-Mujeres, y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), lanzaron la Coalición para la Igualdad Salarial que pretende lograr, para el año 2030, el empleo pleno y productivo, y el trabajo decente para todas las mujeres.

La Coalición (EPIC, por sus siglas en inglés) pretende ayudar a los gobiernos, y a los empleadores, a conseguir la igualdad de remuneración entre hombres y mujeres que realicen trabajos iguales.

Empresarios, sindicatos, organizaciones de la sociedad civil y los países miembros de la OCDE, entre los que se incluye México, deben crear las condiciones adecuadas que permitan realizar este objetivo, en beneficio no solo de las mujeres, pues la disminución tanto de la brecha laboral de género, como de la desigualdad salarial, potencia el crecimiento y desarrollo general de las naciones.

En todo el mundo, las mujeres reciben un salario inferior al de los hombres a pesar de realizar trabajos de igual valor. Esta desigualdad no solo es un obstáculo para el desarrollo profesional femenino, sino también para el crecimiento de los países, pues se ha comprobado que las sociedades más inclusivas, con menos desigualdades de género, también son las más desarrolladas y las que experimentan un mayor crecimiento económico.

El BID calcula que las economías de Latinoamérica podrían crecer a tasas de hasta 37%, si las mujeres de la región tuvieran las mismas oportunidades laborales que los hombres. Un estudio similar de Citibanamex apunta que el Producto Interno Bruto mexicano aumentaría anualmente más del 7%, si las mujeres percibieran la misma remuneración que sus pares masculinos.

En México, según datos del Consejo Nacional de Población (Conapo), el salario que reciben las mujeres es entre 16 y 20% menor al que perciben los trabajadores hombres. Si bien esta desigualdad ha disminuido, sobre todo si la comparamos con lo que sucedía hace 50 años, al ritmo actual México necesitaría ocho décadas para alcanzar la igualdad de salarios entre hombres y mujeres.

Violencia y acoso laboral, una constante

Además de las brechas salariales y de inclusión laboral, las mujeres en México también padecen violencia en el espacio de trabajo. No solo se trata de acoso sexual, como comúnmente se cree, sino también de toda una diversidad de conductas que suelen estar normalizadas entre jefes y directivos, que en realidad son violencia contra el sexo femenino.

Negar una contratación por el solo hecho de ser mujer, o hacerlo porque se trata de una mujer casada y con hijos; descalificar el trabajo que se realiza, negar un permiso o el periodo de lactancia, y obligar a que se firme una renuncia si la trabajadora decide embarazarse, son solo unos ejemplos de la violencia que suele ejercerse contra la mujer en el ámbito laboral.

Se trata de actitudes y conductas que en muchos centros de trabajo pueden ser comunes y generalizadas, aunque ya están tipificadas como violencia laboral, de acuerdo con la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia.

Certificación en igualdad, la solución

Es cierto que para acabar con la desigualdad y la violencia contra la mujer se requieren cambios culturales, pero para que esto sea posible no es necesario esperar que llegue una nueva generación, en todos los centros de trabajo y oficinas ejecutivas se puede empezar aplicando la Norma Mexicana NMX-R-025-SCFI-2015 en Igualdad Laboral y No Discriminación.

Se trata de una norma, elaborada en conjunto por el Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, la Comisión Nación para Prevenir la Discriminación (Conapred), y colectivos de la iniciativa privada como la Coparmex y la Confederación de Cámaras Industriales (Concamin).

Tras aplicar la NMX-R-025, hasta el pasado 14 de febrero, 352 empresas públicas, privadas y del sector social, que emplean a más de 800,000 trabajadoras y trabajadores, han obtenido su certificación como centros laborales que cuentan con estándares paritarios, y políticas de igualdad laboral y no discriminación.

En este link puedes obtener los requisitos y una autoevaluación previa para inscribir a tu empresa en el proceso de certificación, pues la igualdad entre hombres y mujeres, en el ámbito laboral y empresarial es una tarea en la que todos podemos contribuir.

Fuente: Alto Nivel

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Aletia Molina