Este año el Programa de Trabajadores Agrícolas Temporales México–Canadá (PTAT) cumplió 45 años, desde entonces a la fecha, se han generado 383 mil 677 contratos que le han cambiado la vida a campesinos mexicanos, porque les ha permitido mejorar su calidad de vida.
Para este 2019 se espera que haya una contratación de entre 26 mil y 28 mil mexicanos, ello depende de las necesidades de los empleadores canadienses, aunque de entrada la Embajada de Canadá para el mes de marzo ya otorgó 17 mil visas de trabajo.
En ese lapso, comenta Notimex logra ganar entre 90 mil y 100 mil pesos, dinero que “ni soñando” conseguiría aquí en México. Destaca que siempre ha trabajado en el campo porque le gusta el aire libre, de tal manera que cuando le ofrecieron irse a Canadá a trabajar en lo mismo, no lo pensó dos veces y se fue.
Lo más difícil, menciona, fue dejar a la familia y el frío que a veces es muy intenso, pero allá el patrón les proporciona todo el equipamiento para trabajar y recuerda que la primera vez que fue llegó a la región del Niágara al corte de durazno y después se contrató en otros cultivos, como tomate, calabaza, col, coliflor, nabo, pepino, chile, jitomate, zanahoria, y cebolla.
Los frutos del esfuerzo y sacrificio, expone, es que pudo ofrecerles carrera a sus tres hijos y ahora son profesionistas; rodeado de nietos se muestra orgulloso porque ha logrado comprar terrenos donde además de cultivar maíz, vende la hoja para los tamales que le permite obtener ingresos durante el tiempo que está en México.
Don Vicente es parte de 80 por ciento de trabajadores nominales, es decir, que son contratados por el mismo patrón, algunos ya por muchos años, pues reconocen la calidad y el esfuerzo del empleado mexicano, siendo la segunda mano de obra más contratada, sólo después de los hindús.
El PTAT permite una movilidad laboral de manera circular y coordinada, entre los gobiernos de México y Canadá, para garantizar que los trabajadores tengan las mismas prestaciones y trato al igual que los canadienses, percibiendo el mínimo que fluctúa de acuerdo a la región entre los 13 y 15 dólares canadienses la hora.
Se trata de un modelo de cooperación bilateral que expresa la voluntad política de México y Canadá para mantener un flujo migratorio de trabajadores de manera circular, legal, ordenada y segura, permitiéndose obtener no sólo una oportunidad laboral sino también garantizar el respeto a los derechos laborales, sociales y humanos.
Juana Concepción Humegido Franco, ama de casa, ingresó al Programa en 1993 para trabajar a una empacadora en Ontario, Canadá, cuando tenía 30 años, con tres hijos que mantener, pues se separó de su esposo y se vio obligada a trabajar para su manutención.
Por fortuna, dijo, supo del programa por medio de un familiar y acudió a la Secretaría de Trabajo y Previsión Social (STPS), donde le dieron la oportunidad de inscribirse, desde entonces a la fecha, cada año es contratada, obteniendo recursos que le permitieron comprar un terreno y construir la casa que actualmente habita.
Antes, abunda, rentaba casa y se veía con muchas limitaciones para mantener y darles estudios a los hijos, uno de 13 años de edad, el segundo de 12 y una niña de siete, y aunque fue difícil separarse de ellos, finalmente hubo frutos, y pudo ayudarlos a realizarse en los que ellos quisieron.
Radicada en Ozumba, Estado de México, ella regularmente iba a Canadá por dos meses, que es el mínimo de tiempo para contratarse, aunque dos años estuvo por ocho meses, el tiempo máximo, ahora a punto de cumplir 57 años, está lista para contratarse de nuevo, cosa que sería imposible en México por su edad.
Los contratos del PTAT tienen una duración promedio de hasta ocho meses y durante su estancia los trabajadores cuentan con prestaciones como alojamiento, comidas, asistencia médica y seguro por enfermedades, accidente ocupacional, incluso pueden aspirar a una pensión, si cumplen con los años que establece la ley laboral de allá.
Ramón del Rosario García de ocupación campesino, dice que tiene contratándose en el PTAT 26 años, y cuando acudió a las oficinas de la STPS, sólo bastó que le vieran las manos callosas del trabajo del campo para meterlo al programa y en Canadá ha trabajado en el cultivo del tabaco, de frutas, verduras y hasta chiles.
Platica que si bien el día laboral en Canadá es de ocho horas, en los tiempos de cosecha y más producción llegan a trabajar hasta 11 o 12 horas, aunque es de manera voluntaria, la mayoría le entra porque todas las horas extras se les pagan y da la oportunidad de ganar más en los cuatro o cinco meses que él se ocupa.
Los trabajadores agrícolas realizan sus trámites a través del Servicio Nacional de Empleo, en coordinación con las secretarías de Gobernación, Relaciones Exteriores (SRE) y Salud, así como la Embajada de Canadá, las cuales están atentas a que los mexicanos tengan un trato apegado al respeto de sus derechos laborales y humanos.
Sin embargo, no todo es miel y dulzura, como nos cuenta Marco Antonio Lucio Flores, quien incluso sufrió una parálisis facial atribuida al estrés que le ocasionó la presión de su patrón. Sin embargo, dice que se trató de un frijol en el arroz, porque en las demás “farmas”, así le llaman a las empresas que los contratan, ha habido buen trato.
Incluso algunos patrones los llevan a pasear y a conocer los lugares donde van a trabajar para que al momento de que arrancan las jornadas, estén contentos y con muchas ganas de entrarle a las labores del campo. Marco Antonio, junto con su padre y un hermano, así como muchos vecinos de Juchitepec, son contratados a través del PTAT.
La STPS, a través del Sistema Nacional del Empleo, así como la SRE mantienen una sólida relación con el gobierno canadiense con el objetivo de hacer valer los derechos humanos y laborales de los connacionales.
A su regreso a México, los trabajadores agrícolas entregan un reporte a las autoridades mexicanas, y de detectarse malos tratos o violaciones al contrato, además de evitar volver a contratar con el mismo empleador, se hace del conocimiento de las autoridades canadienses que en cooperación con los consulados realizan una supervisión constante. (NOTIMEX)