El presidente mexicano tiene una popularidad del 78% y ha conseguido un éxito legislativo mayúsculo al aprobar una enmienda constitucional para crear la Guardia Nacional pero no logra ganarse la confianza de los inversores y los mercados se muestran inquietos.
Conocido como «AMLO», el izquierdista declarado abiertamente «antiestablishment» asumió el cargo el 1 de diciembre, destronando a los dos partidos que han gobernado México durante nueve décadas, gracias a un 53% de los votos y haciéndose con amplias mayorías en las dos cámaras del Congreso.
Desde entonces, su cruzada contra la corrupción en favor de la austeridad ha transformado la imagen de la presidencia mexicana, después de renunciar a la mansión presidencial, al avión privado, a los guardaespaldas y al 60% de su sueldo.
López Obrador, de 65 años, puede desafiar a sus críticos con una creciente tasa de aprobación que llega al 78%, según una reciente encuesta del periódico El Financiero.
«Obviamente, los mexicanos adoran su mensaje», explica a la AFP Duncan Wood, director de Mexico Institute del Wilson Center, en Washington. «Pero los desafíos más duros están por llegar, advierte. La luna de miel seguro que se acabará».
El banco central redujo sus previsiones de crecimiento para este año debido a las incertidumbres que despiertan las políticas gubernamentales y las relaciones tensas entre López Obrador y el sector empresarial.
«AMLO» prometió que la segunda economía del América Latina crecería un 4% este año, el doble de la previsión más optimista del banco central. Pero su decisiones, como la cancelación de un nuevo aeropuerto en la capital presupuestado en 13.000 millones de dólares, han contrariado a los inversores. Aunque cuenta con el apoyo del hombre más rico de México, Carlos Slim.
«Tiene que mantener alta la confianza de los inversores, y es aquí donde realmente está fallando», asegura Pamela Starr, de la Universidad de Southern California.
«Hay mucha inquietud en los mercados, y no está resolviendo sus preocupaciones como se necesita», añade Starr.
Observadores critican que el presidente trata de hacer mucho demasiado deprisa. «Tiene ganas de transformar todo, y siente que tiene poco tiempo», explica el analista político mexicano José Antonio Crespo.
«Uno de los problemas con eso es que esa rapidez genera precipitación, falta de planificación, y entonces pareciera que está haciendo las cosas con gran torpeza […] Está haciendo los cambios con machete cuando se requiere bisturí», opina Crespo.
Más allá de su discurso, hasta ahora López Obrador ha hecho progresos limitados en su ambiciosa agenda política. En ocasiones, el presidente y su equipo se han disparado en el pie.
Una ofensiva contra el robo de combustible de la compañía estatal Pemex, que anualmente le cuesta al país cerca de 3.000 millones de dólares, provocó en enero escasez de gasolina que obligó a conductores a hacer colas de horas, incluso días, para repostar.
El presidente, mientras tanto, recortó la burocracia en el Gobierno para financiar programas sociales. Una medida que enfureció a los funcionarios públicos cuyos salarios se vieron reducidos, lo que llevó a numerosas demandas.
Pero el presidente ha demostrado también su capacidad para dar la vuelta a sus errores. Cuando en enero se produjo la escasez de gasolina, explicó que cerró los ductos temporalmente para asfixiar la corrupción subyacente al robo de combustible.
«Pido al pueblo que nos ayude», espetó. Su popularidad aumentó 10 puntos, hasta el 86%, según la siguiente encuesta que publicó El Financiero.
El presidente ha conseguido un éxito legislativo mayúsculo: aprobar una enmienda constitucional para crear la Guardia Nacional.
La nueva fuerza tiene como principal objetivo acabar con la sangrienta «guerra de la droga» en México, desatada en 2006 cuando el Gobierno echó mano de los militares para luchar contra los cárteles.
Pero sobre todo, López Obrador es un maestro de la comunicación. Da una rueda de prensa todos los días de lunes a viernes a las 7H00 am, hora local.
Estos espacios, conocidos jocosamente como «El show de ‘AMLO'», han llegado a dominar el panorama de las noticias.
«Andrés Manuel es espectacularmente bueno comunicándose con el pueblo mexicano», explica Wood.
«El hecho de que dé una rueda de prensa diaria… el hecho de que es visto en público con mexicanos, caminando por ahí fuera, abrazándolos, eso marca la diferencia. El hecho de que esté cumpliendo con algunas de sus promesas de campaña, eso es algo a lo que los mexicanos no están acostumbrados».
Los seguidores de López Obrador, conocidos coloquialmente como «AMLOvers», están preocupados por su seguridad, debido a su contacto cercano con las multitudes y su negativa a ir con guardaespaldas.
El presidente minimiza estos temores: «El pueblo me protegerá».
Con cinco años y 265 días de mandato por delante, la mayoría de mexicanos parece preparada para perdonar a «AMLO» sus errores y ser pacientes, por lo menos por ahora.
«Todo cambio es como limpiar una casa. Va a salir mugre», dice Sergio López, de 42 años, un diseñador de la Ciudad de México.
«Habrá cosas que surjan en las que tenemos que trabajar para que mejoren».
Fuente: RFI/AP